Capítulo 29. "Los Pingüinos de Madagascar"

355 12 0
                                    

  
   __________(tn)*

   — ¡Wooow!
   Soltamos todos al mismo tiempo, mientras vemos como verdaderos idiotas el rancho de Michael. Es una preciosidad... El clima es tan agradable, es un poco frío y eso que aún estamos de día... Hay muchos, muchos árboles, muchas flores y muchos animales silvestres. Me pareció ver un lindo venado mientras venía en las piernas de mi hombre. Me encantan los animalitos.
   Cuando Mike nos propone entrar a su ranchote, estoy batallando con mis maletotas. ¿Que demonios metí aquí? Parece que traigo piedras en lugar de ropa...
    — Pequeña, permíteme ayudarte.
   Dice Ignazio en el momento en que casi me rompo la espalda por cargar una de mis maletas. Acepto sin dudarlo. Mike sale por mi otra maleta y los dos la suben al cuarto que compartiré con Gaby. ¡Maldita sea! Yo quería dormir con mi hombre... Pero claro, con Sebastián aquí, imposible de hacerlo... Por suerte, mi Gian dormirá en la habitación de al lado junto con Nachito y Piero. Excelente... Con suerte y podré darme unas escapaditas por la noche. Digo... Por si hace frío...
    — Oye __________ — dice Gaby cuando yo estoy sacando mi neceser de mi mochilita en forma de perrito. Volteo a verla — ¿Porqué traes tu camisa al revés? ¿Y porqué estás toda despeinada?
    ¡Uiiiii, uiiii, uiiiiii!
   Apuesto a que debe pensar que Ignazio y yo hicimos algo en el camino...
   ¿Que hago?
   ¿Le aclaro las cosas, ó la dejo morir con la duda? Debería dejarla sufrir, por lo miserable que ha sido conmigo... Debería... Pero no, yo no soy mala como ella.
    Arreglando mi cabello alborotado, murmuro con coquetería:
    — Mi hombre y yo tuvimos sexo en su auto.
    — ¡¿QUE TÚ QUÉ?!
    Jadea Gaby tapándose la boca con sus manos y abriendo sus ojos como platos. Suelto una ruidosa carcajada.
    — Que tuve sexo con mi hombre GIANLUCA en su auto...
    — Oh dios mío... — se abanica con una mano — Creí que hablabas de Ignazio...
    — ¡Estás loca! ¿Por quien me tomas? Yo jamás le haría algo como eso a mi hombre. Ignazio es su amigo... Además, se que a ti te gusta y admito que me encanta molestarte con él pero, jamás llegaría a esos extremos. En primer lugar, por que respeto a mi hombre y lo amo. En segundo lugar, yo no jugaría con los sentimientos del buen Nachito... Y tercero... A diferencia tuya, yo si se valorar una amistad.
    Gaby baja su mirada sin saber muy bien que responder a lo que yo dije. No esperaba menos... Ella sabe muy bien que yo tengo razón. Hay que pensar antes de actuar... Ella no pensó las consecuencias que le traería abrir su bocota de más. Como lo he dicho un millón de veces: yo soy muy resentida, pero Ignazio es igual o peor que mi. Tal parece que somos hermanos de sangre o de signo.
    — Yo... Yo lo siento mucho, ___________…
   Murmura de pronto Gaby. ¿Se está disculpando conmigo? ¡Guau! Lo veo y no lo creo.
    — Se que estuvo muy mal lo que hice... — Prosigue — y tal vez tengas mucha razón en haberte enojado conmigo y sobre que Ignazio y yo no somos nada... Pero creeme que no pensé que las cosas terminarían de esta manera tan triste para mi... _____________ , tú ¿podrías perdonarme?
     Vaaaaaaaya... Si se estaba disculpando después de todo...
     ¿Que hago? ¿la mando a la mierda o la perdono? Naaaa, mi corazón de pollo me impide ser tan irracional y fría con este oso, por lo cual, me acerco a ella y le doy unos golpecitos en la cabeza.
    — No te preocupes, oso. Tienes mi perdón. Espero que no vuelvas a traicionarme, por que si lo haces no seré tan amable y flexible como lo estoy haciendo ahora. A la próxima, te vas a la mierda.
    Gaby asiente encantada y me da un abrazo que yo medio permito. Por algún motivo, no me gusta abrazar mujeres. ¿raro, no? A la única mujer que adoraba abrazar con toda mi alma, era a mi madre... Quizá sea por la razón que desde que yo era una niña apenas, siempre estuve rodeada de chicos, solo tuve amigos y jamás tuve una amiga. Claro, hasta que Gaby vino y se ha ganado un poco de mi afecto.
    — Por cierto, ____________ ¿Que tal estuvo tu revolcón en el auto?
    Pregunta Gaby. Mis mejillas se ponen como tomates de lo rojas que están y siento mis braguitas quemar. ¡Dioooosss! Que momento el que tuvimos con mi hombre... Lo recuerdo perfectamente, cada detalle, cada beso y cada caricia que nos hicimos... Por suerte, los vidrios del auto estaban polarizados y corrimos con la bendita suerte de no caernos en un barranco. Fue muy divertido y erótico a la vez... Mi hombre devoraba mis pechos con locura, mientras yo lo hacía mío, totalmente mío... Estaba sentada en sus piernas a horcajadas y completamente empalada por su erección que sentía que me taladraba por completo. Desgraciadamente mi hombre no se desnudó... Sólo se sacó su paquete del pantalón...
    — Estuvo riquísimo.... — murmuro abanicando mi rostro con mi mano — no tienes una maldita idea de lo delicioso que es y lo tremendo que es Gianluca en el sexo... Es todo un dios ninfómana...
    — Dios... — dice Gaby acalorada — pero, ¿se están protegiendo?
    Levanto la mirada algo confundida
    — ¿Protegiendo?
    — ¡Siii! Me refiero a que si Gianluca usa preservativos...
    — Claro que no, tonta.
    — ¡oh dios mió ____________! — chilla Gaby aterrada — ¡entonces debes estar embarazada¡
    — ¡¿Qué?! ¡No! Dios, no mujer... Gianluca no usa preservativos pero yo si tomo mis anticonceptivos. Admito que tener un bebecito de mi amor sería lo más hermoso del mundo... Pero aún no. Es muy pronto para convertirnos en papis. Lo haremos en su debido momento. Y si no usamos preservativos, pues es por que a ninguno de los dos nos gusta... Se siente... Diferente...
    — ¿Diferente? ¿Diferente como?
    — Pues... — muerdo mi labio inferior tratando de encontrar las palabras adecuadas — diferente, diferente. Es mucho más placentero tener piel contra piel... Tú me entenderás cuando ya tengas tu vida sexual activa. Sabrás por qué mi amor y yo preferimos hacerlo sin condón.
    Gaby asiente con una cara de apuro que de verdad me hace gracia. Abro una de mis enormes maletas y saco de ella, a mi bello oso peludo Gian. Lo amo con todo mi corazón...
    Lo abrazo, lo achucho, lo olisqueo y lo beso.
    — Te amo tanto, tanto como a Gianluca, osito peludo Gian...
    — ¡¿Que no es ese el oso que te regaló Ignazio?!
   Gruñe Gaby. Pongo mis ojos en blanco.
    — Obviamente me lo regaló mi hombre Gianluca. Dije eso para que Sebastián no estuviera renegando como lo hace siempre. ¡Dhuuuu!
     Gaby abre la boca para decir algo, pero se ve interrumpida por mi hombre que entra sin permiso a la habitación. Se acerca a mi y nos comemos a besos...
    — Mi puddin...
    — Mi Pastelito de chocolate... ¡Oh mi amor! Trajiste al oso peludo... Yo también traje al patito bello conmigo, mira.
    Levanta el pato que trae en una de sus manos. Yo sonrío enternecida y devoro sus labios. Los lamo, los muerdo y nuestras lenguas juguetean con sensualidad al encontrarse. Los dos gemimos. Gianluca pone sus manos en mi trasero y lo aprieta con fuerza. Siento su erección crecer en mi estómago y mi vientre se contrae.
    — Gaby, ¿nos puedes dejar un momentito a solas?
    Murmuro bajando la cremallera del pantalón de mi hombre.
    — ¡Está bien!
    Escucho la puerta cerrarse, me separo de mi hombre y corro rápidamente a ponerle el seguro. Mi hombre pone sus manos en mi cintura y apega su erección a mi trasero levantado.
    — Gian... — jadeo restregando mi trasero en su erección caliente.
    — Bella... Te deseo tanto, tanto, tanto... Siento que voy a explotar en cualquier momento...
    — Explota en mi...
    Jadeo con una risita. Mi hombre también ríe, me da un azote, me gira y me lleva contra la cama. Rápidamente nos desnudamos. Al ver su preciosa erección tan potente y dura, la boca se me hace agua. Mi hombre inquieto, separa mis piernas al máximo y me penetra lentamente. Jadeo. Lo beso para ahogar mis gemidos cuando empieza a darme unas delirantes embestidas.
   Pongo mis manos en su trasero cuando siento mi cabeza arder y el orgasmo llegar poco a poco... Así estoy jadeando en su boca, hasta que escucho que alguien intenta abrir la puerta...
    — ¡Minioooon! — me quedo congelada al escuchar el canturreo de Sebastián — ¡Abre la puerta!
    ¡Mierda! ¡Mierda! ¡¿Que hago?! Si Sebastián me encuentra fornicando con Gianluca, me va a matar... ¡¿Que mierdas hago?!
    — Bella, has que se vaya...
    Susurra mi hombre. Comienza a mover sus caderas lentamente haciendo que jadee.
    — ¡Mi pitufito loco! Abre mi minion favorito.
   Insiste Sebas. Como puedo, ahogo mis gemidos y mis jadeos y grito lo más normal y calmada que puedo:
    — ¡Se... Sebas! Me estoy cambiando. Te alcanzo en la sala.
    — ¡oh! Está bien pitufito loco. No tardes mi vida que Ignazio está preparando una rica merienda.
    — ¡Voy corriendo! ¡Ahí voy!
    Escucho los pasos de Sebas alejarse, entonces, aprieto el trasero de mi hombre hacia mi y él me da más duro.
...
    — Por cierto mi amor — murmura Michael — mañana te tengo una enorme sorpresa que se que te va a encantar.
    — ¡¿Sorpresa?! — chillo como niña mientras muerdo un trozo de pizza — ¡amo las sorpresas! ¿Que es, Michael?
    — Si te digo que es, ya no será sorpresa, mi amor... Lo único que te puedo decir es que viene multiplicada por cuatro.
    ¿Multiplicada por cuatro? Una sorpresa multiplicada por cuatro... ¿Que podría ser? ¿Donas? ¿Hamburguesas?, ¿Burritos?, ¿tacos?, ¿chocolates? ¡Oh chuchito! ¡Ya se que es!
     — ¡Los pingüinos de Madagascar!
   Chillo como una niña. Michael me ve como si realmente yo fuera una loca y ríe. Pedazo de mierda... ¿Que será?
     — Hablando de una cosa con otra — dice Mike — mañana iremos a dar una laaaarga caminata por todo el bosque. Iremos a un lugar donde está un enorme roble que mi padre y yo encontramos hace unos años... Tiene una gran historia y les encantará.

~Una Vida Juntos~  (Gianluca Ginoble Y Tú) TEMPORADA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora