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Evan quedó bastante inquieto por la chica de la cafetería. Era la primera vez que la veía y como vivían en un pueblo muy pequeño prácticamente conocía a todos allí.

Los ojos de la misteriosa joven irradiaban eso que el mismo Evan ya no era capaz de esconder, tristeza.
Tristeza porque su vida era un asco, porque era simplemente otro chico que se pasó unos diez años intentando captar la atención de sus padres.

Los ojos de la chica reflejaban la misma tristeza, quien sabrá porque.

Y luego viene la incógnita...
¿Por qué Evan se interesa tanto por una chica que ha visto una sola vez?

Aquello seguía rondando por su cabeza.

Era domingo a las ocho de la noche y Evan no tenía nada más por hacer que estudiar para el examen de química del día siguiente.

Se sentó bien y se recostó en el espaldar de su cama; su habitación quedaba en el último piso de la casa y tenía una gigantesca ventana con una perfecta vista de todo el pueblo, se distrajo un rato con las estrellas que decoraban el cielo. 

Bajó su vista para volver al libro pero se topó con algo primero, en el techo de un apartamento, la chica, si, debía ser ella, ¿qué hacía allí arriba?

-Leo, recuerdas a la chica rara de la cafetería- Dijo Evan al teléfono

-¿Por la que casi se te salen los ojos?- Rie

-No molestes- Hizo una pausa y suspiró -Si, esa, la emo, la estoy viendo.

-Y se supone que el acosador soy yo.

-Déjame hablar; la estoy viendo, desde aquí, desde la ventana de mi habitación, está en el techo de...

-¿La chica rara está en el techo? Okey... Eso ya es otro nivel.

-Te he dicho que te calles, está en el techo de ese viejo apartamento que estaba deshabitado hace que.. ¿Año y medio?

-¿El edificio de tres pisos donde vivió Marcela para cuando éramos novios?

-¿Tu ex-novia vivió ahí?

-Si, la que se ponía esos gorritos kawaii

-Ohh, si, esa, ya, ya me acordé, jaja, a la que fuiste a tirarle piedras y te equivocaste de ventana, eso fue épico.

Rió -Jamás olvidaré la cara de ese hombre y lo que dijo "Pequeños delincuentes, vallan y jodan a su madre"- Dijo Leo con voz de viejito

-¿Cual es tu problema con la voz de los viejitos?

Y reímos nuevamente.

–Oh espera, ya no la veo

-¿A la chica?

-Ajam

-La has visto una sola- Pensó un momento y retomó el habla -dos veces en tu vida y ya te obsesionaste.

-No me he obsesionado y no lo haré, por favor, de lejos se nota que no es mi tipo, me gustan más...- Lo pensó un poco, pero en realidad no tenía ni idea de que responder -Sabes, me encantan las pelirojas– Mintió, y de hecho, aquella chica había logrado llamar su atención como ninguna otra.

-¿Desde cuando te gustan las pelirrojas? Además, nadie quiere a un amargado.

-No soy un amargado

-Mírate a espejo y mira tu cara, un amargado ha sido detectado- imitó la voz de un robot -das pena, en serio.

-Gracias, aprecio tu sinceridad, directa y sin censura- Dijo Evan con tono sarcástico

-Pero no te aflijas, algo bueno ha de pasarte después de tanta desdicha- Bromeó Leo nuevamente con la voz de viejito

-Deja esa voz Leonard, madura, además, mi abuelo ni siquiera habla así.

Y Leo vuelve a reírse, pero solo.

-No puedo madurar, me caería del árbol

-Ya tengo otra razón para llamarte hijo de fruta.

Suena una estridente carcajada -Estuvo muy bueno- Decía Leo entre risas casi sin poder respirar al igual que su amigo.

-Adios, seguiré estudiando- Dijo Evan mientras abría el libro sobre sus piernas.

-¿Estudiar para qué? 

-Para el examen de química de mañana

-Oh- Y Leo colgó

Tal vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora