Advertencia: escenas mayores de 18
Phoebe entregó el último vestido a Belladona y lo guardó en su pequeño baúl. La niña correteó hasta la entrada, donde todos se estaban preparando para salir. Percy se estaba despidiendo de sus hermanas y Phoebe esperó a que terminara para despedirse ella. Por fin estaría sola para poder hacer lo que quisiera sin que tuviera algún proyecto para las chicas que hacer.
Cuando todos se hubieron ido, Phoebe entró a la casa corriendo, queriendo ocultarse de Percy. Se encerró en su cuarto hasta que llegó la hora de la cena. Normalmente, Percy no se presentaba cuando cenaban, pero hoy era diferente, solo estaban ellos dos en la casa y tendrían que hacerse compañía porque sí.
Phoebe se sentó en su silla mientras se preparaba su plato para comenzar a comerla en total silencio. Percy se unió a ella pocos segundos después, en silencio. Era bastante incómodo, a decir verdad. Cuando terminaron el segundo plato, comenzó a llover, haciendo que Phoebe abriera los ojos recordando que Winny había tendido la ropa ese mismo día, y le había pedido que si comenzaba a llover metiera la ropa. Se levantó corriendo y, seguida de un confuso Percy, salió al jardín para recoger toda la ropa que había tendido. No fue de extrañar que ambos quedaron empapados, haciendo que la ropa se les pegara a la piel.
Phoebe cerró la puerta trasera y comenzó a llover con mucha más intensidad, haciendo que las luces se apagaran de repente. Percy maldijo con ganas y ayudó a Phoebe a cerrar todas las puertas y ventanas de la casa. Se juntaron en el salón para encender la chimenea y secarse. No sería muy seguro que cada uno estuviera en un extremo de la casa sin poder hacer nada.
Percy miró cómo Phoebe se deshacía de las horquillas que atrapaban su largo pelo en un moño de trenzas y se lo intentaba secar con sus manos cerca del calor del fuego. ¡Tenía que ser casualidad! Percy se quitó la camisa intentando llamar la atención de Phoebe, pero ella simplemente siguió con la tarea de secarse en lugar de prestarle atención al conde.
—¿Cómo estás? — preguntó él después de unos instantes de incómodo silencio. Prefería discutir con ella que aguantar así un segundo más.
—Bien — respondió ella con brevedad mientras se quitaba su chaleco rojo quedando solo con una camisa blanca empapada — Con mucho trabajo — explicó quitándose los zapatos para ponerlos junto al fuego.
—Mis hermanas piden a veces demasiado — dijo él riendo mientras se pasaba la mano por el cabello.
—Me entretiene. Hace que deje de pensar en temas que no quiero — explicó con una breve indirecta. Percy suspiró y miró la figura de la mujer bañada por la luz del fuego — ¿Y vos?
—Ocupado con los arrendatarios y temas de banca — ella asintió algo distraída — Me da la sensación de que desde que está aquí, solo ha trabajado y se ha mojado — ambos rieron a carcajadas.
—Tenéis razón — dijo Phoebe poniendo las manos tras ella y apoyándose — Me he mojado tres veces con esta — miró al fuego y no supo qué más decir.
Volvieron al silencio incómodo, era la primera vez que hablaban desde hacía más de tres semanas y las cosas entre ellos estaban tensas todavía. Percy se levantó, atrayendo la atención de Phoebe, que se fijó en una pequeña cicatriz en el costado izquierdo. Por un momento quiso tocar su piel morena, pero se contuvo volviendo a mirar al fuego. Pocos segundos después apareció con unas copas de vino y una sonrisa. Le tendió una a Phoebe y se volvió a sentar junto a ella en el suelo.
—Por la lluvia — alzó la copa y brindaron. Al terminarla dejaron las copas sobre una mesa cercana y volvieron a sentar junto al fuego. Un relámpago resonó cerca de allí haciendo que Phoebe pegara un brinco por el susto — ¿Te dan miedo las tormentas? — preguntó Percy observando cómo ella se resguardaba dándose abrazos a sí misma.
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La Modista
RomancePROHIBIDA LA COPIA O ADAPTACIÓN. OBRA REGISTRADA. Cuando Phoebe pensaba que la vida no podría irle peor, pierde su taller de costura por una falsa denuncia. Sin trabajo, sin casa y con poco dinero, se ve obligada a buscar un trabajo de sirvienta, au...