Un día como cualquier otro, un simple lunes en la mañana, el barrio de Ikebukuro, Tokio, amanece como cualquier ciudad normal. La gente madrugadora saliendo a trabajar, el transporte comenzando a circular, las tiendas comenzando a abrir sus puertas y los estudiantes saliendo de sus camas, amargados.
Para este rubio no era muy diferente. Despertó él en la mañana con la llamada de su jefe, y buen amigo de la secundaria, Tom Tanaka.
Algo mas dormido que despierto, el rubio se removió en su cama, buscando a tientas su celular, y al atender, sencillamente escucho lo que el hombre le tenía para decir.
-Buenos días, Shizuo- El rubio respondió con un gruñido -alístate, paso en diez minutos.
"Ah... es cierto, trabajo" Piensa el rubio, removiendo la sabana. Diez minutos más tarde, despierto, duchado y vestido, el rubio baja por las escaleras cuando el timbre suena. Rápidamente, busca su cartera y sus gafas, y abre la puerta, para encontrarse con la mata de cabello castaño de Tom.
-Buenos días- Dice el rubio, algo taciturno.
-Mmm...- Tom comienza a analizar al rubio de la cabeza a los pies, como buscando cualquier imperfección - Deberías volver a teñirte el cabello- Comenta, notando las raíces castañas.
Comienzan a caminar por la calle, dirigiéndose hacia la casa de su primer cliente. El rubio siente las miradas de la gente mientras camina por la calle. Su ropa de barman, su cabello rubio, sus gafas... su persona entera se ha forjado accidentalmente una mala fama, que genera en la mayoría de las personas un miedo irracional, así como un estúpido interés.
Mas el ya se ha acostumbrado. Ha sido así toda su vida. El resto de la mañana sucede como es usual: gente atemorizada, amenazas, una señal de "alto" doblada, rumores y una corta charla con la leyenda urbana local, "la motociclista sin cabeza" Celty Sturluson.
Ya entrada la tarde, el jefe y el guardaespaldas se separan y el rubio sigue su camino hacia su casa nuevamente, con algo más de dinero en el bolsillo que en la mañana.
Pero, de repente, logra percibir un tufo ya conocido.
-¿Qué...?- Murmura, alertándose -¿La pulga esta aquí?
La simple idea de tener a esa persona cerca, de verle el rostro, lo hace rabiar. Con una vena latiendo en la sien, coge el letrero de un restaurante y se dirige hacia donde siente el olor más fuerte.
Mientras camina, el sonido de unas voces se vuelve más fuerte. Y la risa de "esa persona" resalta por sobre la voz de una mujer joven.
Y de repente los ve. Junto a unas mesas que a veces usan las parejas para sentarse y charlar, se hallan "esa persona", el informante, Orihara Izaya; y una joven de unos dieciocho años, ambos sosteniéndose las intensas miradas rojizas.
"¿Qué? ¿Qué está haciendo ese idiota?" Piensa el rubio, fijándose en la navaja que el pelinegro sostiene en su mano, así como del cuchillo que la chica apunta hacia él.
No es su estilo eso de meterse en peleas ajenas... no si no hay una buena razón. "Aunque aquí si la haya..." Por lo que decide mantenerse al margen, y observar el resultado. Las frases de una conversación entre el informante y la visiblemente trastornada chica llegan a sus oídos.
-Jajaja, Niekawa-chan- Ríe el informante, observando la sonrisa de la chica -Me esperaba que fueras la primera en volverse en mi contra, pero no de esta manera.
-Eso es porque tú siempre lo sabes todo ¿No? Orihara-san- Comenta la chica, con un dejo de sarcasmo en su voz.
-No me gustaría hacerlo sonar de esa forma...
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Ultimas palabras
De TodoLas ultimas palabras de una persona pueden llegar a ser muy importantes. Y el ex-barman, quien creia estar preprado para dar el golpe de gracia contra su enemigo, no lo tomo en cuenta. Y decidio cargar con algo demasiado pesado sobre sus hombros... ...