"Catarsis"

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Una vez quise indagar en el interior de mi propia humanidad. Tomé todo lo que tenía a mi disposición, pero prioritariamente, me abrigué completamente. Sabía que el viaje sería duro y extremadamente frío... Bueno, más que nada quise ser precavido. De todas formas, el interior suele ser así. 

Traté de dejar atrás todo aquello que podía retractar mi decisión. Tenía un objetivo sólido, y el proceso de despojar todo deseo de volver culminaría en alcanzar todo aquello que alguna vez me propuse. 

Para mi desgracia, mi proyección acerca de este viaje se hizo realidad: El frío incesante atormentaba mi alma y el andar se hacía imposible de proseguir. Ante la evidente carencia de orientación, decidí acampar con las intactas esperanzas de que mi sendero se despejaría. Tratando de combatir el implacable viento que airoso prorrumpía su estallido contra mi persona, los sueños de mi corazón afloraban aquella zona que mi ser quería desechar. Desperté por impulso y preferí no conciliar el sueño... Prefiero embriagarme en un obligado insomnio que volver a soñar en las cosas que dejé atrás. 

Al día siguiente  continúe la travesía. Aún con un frío detestable, pero más apacible que anoche, me mantuve estoico en el recorrido. Pero de pronto, y para mi sorpresa, mi camino había llegado a su fin. Podía palpar el inmenso muro que se interponía en mi andar. En la cima del muro se hallaba sentado un trovador cantando sus dichosas desventuras. Pasaron unos segundos hasta que el inusual personaje dejó su guitarra de lado y, descendiendo la mirada hacia mi persona, dijo con voz fuerte: 

- ¡Buenos días viajero! Este es el desenlace de tu viaje. 

- Así es, supongo que debo retornar - Respondí entre molesto y triste. Con la sensación de desperdiciar tiempo y energías para nada. 

- ¿Y qué has podido sacar de provecho en esta travesía? - Preguntó el trovador. 

- Bueno - Procedí a responder - Fue un crudo "paseo". El hielo consumía mis huesos y mi aliento. Fue un tortuoso sendero... Y todo para que culminara así: ¡Con un enorme muro impenetrable que no me deja seguir! Por eso dime por favor... ¿Quién es el responsable? 

el silencio se hizo presente por eternos segundos. Finalmente el trovador me señala, y para mi sorpresa, responde: 

- Tú. Todo tu banal viaje fue exclusivamente por tu causa. ¿Hay algo que olvidaste en tu viaje? ¿No tienes algo que extraer de tu corazón? 

- ¡Eso jamás! - Grité - No haré algo de lo que después me arrepienta. 

- En ese caso sigue caminando por senderos escarchados, subiendo montañas de hielo y pasando fríos insoportables. Hoy tomaré mi guitarra y dedicaré Cien canciones al hombre más orgulloso de esta Tierra. Porque tomaste diversas precauciones para tu largo viaje, pero a la vez fuiste descuidado en muchos aspectos. Conviertes tu valentía en un nocivo odio mal infundado. Tu corazón traiciona y crees ganar, pero tu gloria también puede representar tu derrota. Estás tan encadenado a tu frío pasado, que repercute en la dificultad de seguir tu sendero. Ahora duerme, sueña con aquello por lo que prefieres mantenerte despierto y acéptalo. Solo dependerá de ti romper esta enorme muralla y continuar tu viaje, pero esta vez en un sendero cálido y paradisíaco. La libertad te pertenece... Úsala.




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