Adiós

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En cierta cafetería de cierta ciudad, cierta pareja se encontraba en una mesa compartiendo un café.
Sin embargo, cierto chico rubio no tenía idea de lo que le esperaba ese día... Puesto que, su "novio" le tenía una sorpresa...

— Bien, Craig. ¿De qué querías hablarme? –Dijo el más chico tomando un sorbo de su taza de café.

— Tweek... –Paró en seco.– No sé cómo decirte esto, ni como reaccionarás... –Dijo con la mirada en su taza.

— ¿D-De qué hablas? –Ladeó un poco su cabeza, no entendía a qué se refería su novio.

— Tweek, oye... Debemos terminar. –Y lo dijo...

Sin más rodeos, lo dijo.

Esta es la parte en la que se puede escuchar el corazón del rubio partiéndose en dos...

— ¿P-Perdón? ¿A qué te refieres con eso? –Sus ojos se empezaron a humedecer.

— Vamos, no te pongas así. Tú sabías que esto algún día pasaría.

— Si. Pero no me imaginé que sería tan pronto. –Y las lágrimas salieron...

— Habíamos prometido no llorar. –No se dejen engañar, los ojos del pelinegro igual estaban húmedos, estaba al borde del llanto.– Perdóname.

— ¿Y aún así te atreves a pedir disculpas? –Se limpió las lágrimas con recelo.

— ...Quizás esta sea la última vez que nos sentemos a tomar un café juntos. –Intentó dedicarle una sonrisa... Pero no pudo.– Quizás es la última vez que nos veamos, así que tratemos de estar bien... Por favor.

— ¿Por qué me haces esto?

— Me quiero llevar como recuerdo una sonrisa. Por favor, no llores más. –El pelinegro se inclinó a limpiar las mejillas del rubio.– ¿Te acuerdas de aquella tarde que nos conocimos? Fue muy lindo conocerte, y fue muy lindo todo lo que pasó entre nosotros, pero... Ya pasó. Ahora es necesario separarnos. No sigamos haciéndonos mal, lo nuestro ya se estaba convirtiendo simplemente en una rutina, y el amor... El amor es otra cosa. Al amor hay que alimentarlo todos los días con esas pequeñas cosas que nosotros... Ya perdimos.

— Craig... –Le miró sin saber qué decir.

— Se enfría tu café. –Se talló los ojos.– Aquí nadie se tiene que sentir culpable. –Volteó la mirada hacia los demás.– La gente nos mira, por favor, no llores mas.

Eso solo provocó que más lágrimas salieran de los ojos del rubio.

— Te quiero, Craig... Te quiero. –Tomó su mano, pero rápidamente el pelinegro la alejó.

— No... Lo nuestro es una costumbre, y el amor es otra cosa. –Intentó convencerse a sí mismo.– Ahora me voy, es lo mejor para los dos. Te deseo mucha suerte. Que seas muy feliz. –El más alto se terminó su café, puso su parte de la cuenta en la mesa y se puso de pie.– Adiós...

Y sin más que decir, se retiró...

— Te quiero... Te quiero. –Dijo en susurro el rubio, abrazándose a sí mismo, mientras sus lágrimas resbalaban por sus mejillas y caían en su taza.

...

¿Qué ocurrió? Bien, para abreviar, el pelinegro seguía queriendo a su rubio, no quería que todo terminara así... Pero tuvo que hacerlo, por el bien de los dos.

¿Por qué?

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Hasta pronto.

Prometimos No Llorar - CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora