El principio del fin

26 4 4
                                    



    Las señales son indicativos de que algo va a suceder, alertas de que tu vida va a tomar un rumbo totalmente distinto si las ignoras. Si yo lo hubiese hecho, ahora no estaría a punto de morir, pero la pasé por alto, estupidez de mi ignorancia, pues sabía perfectamente qué significaba, pero creí que sería mejor idea seguir caminando y recoger algunas cosas más. Ahora pienso que fui una idiota, que me creí más de lo que era, que llegué a pensar que era invencible...y no lo soy, nunca lo fui, solo soy una de las piezas de este mundo que no encaja correctamente y por eso él ha decidido acabar conmigo, aunque quizás ya lo decidió hace mucho tiempo y solo esperaba la oportunidad perfecta para borrarme del mapa. Lo ha conseguido, ha logrado eliminarme, ponerme a las puertas de la muerte tras atravesar el mismísimo infierno, sin darme opción, solo aquella alternativa de haber obedecido a la señal. No lo hice y ahora sufro las consecuencias, por más que me pese, por más que me duela.

    No fue agradable ver aquello y fue angustioso saber que mi vida acababa de comenzar su fin con aquella perforación de sus dientes en mi piel. Logré acabar con él, pero ya era tarde, aquel veneno había entrado a mi torrente sanguíneo y no volvería a salir hasta escuchar mi último aliento, estaba perdida y me atacó el pánico, no estaba preparada, pero eso debí haberlo anticipado cuando jugué a ser Dios, pensando que podía pasar por donde quisiera, que no me ocurriría nada, que estaba a salvo. Nunca hemos estado a salvo y esto no ha hecho más que empezar, aunque no sea lo más agradable perder la partida justo después de empezarla sabiendo que no podrás volver a comenzar de nuevo, que si te eliminan, es para siempre, que esto no es un juego, que no hay "casa" a la que volver, que estás perdido si cometes un solo error, como es mi caso.

    Desearía haber dado media vuelta y haber regresado sobre mis pasos tras leer aquella pancarta que decía "No continúes si aprecias tu vida", desearía no haber entrado en aquel recinto, no haberme encontrado con aquel muerto de hambre, no haber creído que estaba seguro atado con esas cuerdas desgastadas en las que estaba enredado, no haber seguido andando, no haberme distraído con la etiqueta de aquella lata solitaria, no haber sido capaz de matarlo cuando sentí su presencia tras mi espalda, no haber huido. Me arrepiento cada segundo que pasa de haber entrado allí, de haber reaccionado como si fuera a cámara lenta, de no haber sido más rápida, de haber dejado que hincara sus asquerosos y mugrientos dientes en mi clavícula, de haberlo matado cuando la saliva, la sangre y la infección ya se habían mezclado en el interior de mis venas, cuando ya no tenía escapatoria.

    Miedo, pánico, ansiedad, incertidumbre. Todo se mezcló en mi cabeza cuando me vi la herida en un mugriento espejo de lo que solía ser el baño público de un supermercado. Pensé en mi familia, me habían perdido para siempre, pensé en lo duro que era aferrarse a las personas en un mundo como ese, tan cruel, tan violento, tan instintivo, tan fugaz. Había visto morir a mucha gente cercana: mi hermano, mi madre, muchos de mis amigos... Debería estar preparada para aquello, sabía que en cualquier momento podía ocurrir y así fue, lo invencible siempre tiene los puntos débiles más accesibles y yo no era una excepción, no era invencible a pesar de que había pasado años preparándome para aquel mundo apocalíptico. No seguí el juego de la vida y perdí mi turno, perdí la oportunidad de vivir.

    Yo ya no podía hacer nada para salvar mi vida, pero sí para salvar la de los demás. Recogí todo lo que pude: latas, agua,medicamentos, ropa, todo lo que encontraba. La ventaja era que no tenía miedo ahora que sabía que iba a morir, ya no me asustaba enfrentarme a aquello, cada segundo que pasaba me sentía un poco menos humana y más de aquel mundo, sentía que la pieza del puzle comenzaba a perfilarse para encajar a la perfección en el juego llamado vida. Pero aún no podía terminar. La fiebre me subía rápido,el cansancio me aplastaba, mis músculos se atrofiaban a cada instante, mis piernas fallaban cuando podían, pero aún no era el fin, yo tenía una misión que cumplir. Agarré aquel gran saco que mi débil cuerpo apenas podía cargar, y comencé a caminar. Estuve arrastrando mis pies durante todo el día, durante toda la noche, al borde del desfallecimiento, pero no me detuve, tenía que conseguirlo...y al fin avisté la muralla fortificada, y caminé más rápido que nunca, antes de que se me agotara el tiempo tenía que alcanzarla. Y por fin,llegué a la puerta. Dejé aquel saco sin hacer un ruido, dejé la pistola con el cargador medio lleno, di unos golpes en la puerta de metal y me di media vuelta, sudorosa por la caminata y la fiebre, armada únicamente con un cuchillo. Salí corriendo todo lo rápido que pude, esperando que supieran reconocer la "M" grabada en la empuñadura de la pistola. Llegué a un claro entre aquellos frondosos árboles y sentí cómo mis venas quemaban, cómo la vida se me escurría entre los dedos, cómo ya no quedaba más tiempo. Agarré el cuchillo de mi cinturón e introduje la hoja en mi boca, un poco inclinada hacia arriba. El sabor metálico despertó mis papilas gustativas, el miedo inundó mis ojos con lágrimas de dolor, pero no quería que vieran mi cadáver caminando sobre mis propias piernas, sin obedecer a mi cerebro, por ahí, que me encontraran simplemente muerta era más agradable que eso. No pensaba dejar que mi propia familia me matase por última vez. Y, con la mano que me quedaba libre, le di un golpe seco a la base del cuchillo.    

    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El principio del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora