Capítulo I

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Primero es un destello...

Luego es la silueta de una persona frente a mí...

Y finalmente soy yo de pie delante de una puerta blanca...

Siempre es lo mismo, las mismas imágenes que se repiten una y otra vez. Al principio pensé que sería algo ocasional, pero a medida que el tiempo pasaba, este mismo sueño iba y venía, repitiéndose constante e igual de confuso que siempre.

Apenas esperó a que las puertas del elevador se abrieran y salió corriendo de éste por el pasillo. No había estado ahí antes, pero eso no fue impedimento para intuir hacia dónde dirigirse. Cruzó las puertas automáticas al final del corredor internándose en la sala iluminada que aguardaba un gran cartel de "silencio" en uno de los muros.

- ¡Minho! – le llamó capturando la atención del moreno, quien se incorporó de su sitio al ver a su amigo llegar con el aliento agitado por la carrera - ¡¿Cómo está?!

- ¡Jjong, amigo...! – el abrazo no se hace esperar y tan solo se deja capturar por el más bajo, agradeciendo su diferencia de altura para así refugiar su cara en el cuello ajeno - ¡Por la mierda Jjong, fue mi culpa, no lo vi, te juro que no lo vi venir!

- ¡Hey, no es tu culpa! – dijo apartándolo para recorrerlo con la mirada: camisa rota y ensangrentada, un par de raspones en la cara y vendajes en las heridas que tenía – Tú, ¿estás bien?

- Sí, yo... estoy bien, él... - añadió afligido, volviendo a sentarse en su sitio, ocultando el rostro entre sus manos lastimadas - ¡Maldición no usaba el cinturón de seguridad Jjong...! Él, él salió por el parabrisas... cuando desperté, cuando reaccioné no lo vi a mi lado y, y... y estaba afuera, en la calle, inconsciente... estaba inconsciente... - lloriqueó.

- ¡Dios, Minho...!

- ¡Le he dicho tantas veces que use el cinturón y él... él no...!

- ¡Ya, cálmate! – su brazo envolviendo el hombro del moreno, dejando que éste apoyase su cabeza en su hombro, buscando el consuelo que parecía necesitar en ese momento – No desesperes, debes mantener la calma, él te necesita ahora, debes estar bien para cuando despierte...

- No quiero que nada malo le pase, lo necesito conmigo Jjong, sabes que yo sin él... sin él, yo... yo no soy nada, yo sin él no vivo...

- Lo sé amigo, lo sé...

¿Por qué...? ¿Por qué siento mi cuerpo tan liviano, tan... volátil? En un punto de esta irrealidad en la que me encuentro, siento que vuelo, más bien, que estoy flotando; como una pluma, como una hoja que se la lleva el viento, como un copo de nieve que cae del cielo y encuentra en el suelo su muerte...

La sala permanece tibia y acogedora. Una par de personas van y vienen, siempre las mismas; ya a estas alturas sabe incluso el nombre de algunas de las que ahí trabajan. Cada vez que siente que un par de puertas se abren, gira el rostro ya con menos ánimo de lo que antes lo hacía. Ahora solo mira de reojo y voltea el rostro hacia la ventana en donde está de pie, permitiendo que se pierda ahí el halo de su aliento. A pesar de que el lugar está cálido, afuera el invierno no da tregua. El vidrio está cristalizado por el frío y por entre la espesa neblina que cubre la ciudad, presiente que un nuevo nevazón se hará presente.

Tal aquel día.

Han pasado más de dos semanas y Minho sigue ahí, como cada día, como cada noche. Tan solo se ha ido a por una ducha y cambios de ropa, pero siempre vuelve. Ya no recuerda cuándo fue la última vez que durmió en su cama, ya ni sabe lo cómodo que debe sentirse y tan solo cree que un par de sillas plásticas son igual de cómodas que el suelo de la sala de espera, en donde pasa sus noches esperando por el momento en que le digan que ya todo está bien, en donde no hay más que tener.

[ Memorias de un Invierno ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora