Capítulo I

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A lo lejos en sus sueños sintió un sonido ensordecedor que se acercaba molesto hacia sus oídos. Se revolcó en la cama, ocultando su cara entre las almohadas queriendo volver a quedarse dormido, pero fue imposible: el ruido ya era demasiado notorio y él, para su pesar, ya estaba despierto. Con la mano tanteó la mesa de luz y lo tomó, lo acercó a su oreja y habló lo más decente que pudo.

- Diga... - musitó perezoso manteniendo sus ojos cerrados y queriendo que la llamada durara lo menos posible -... él habla...

Se incorporó de un sobresalto cuando su adormilada cabeza procesó lo que le estaban diciendo. Se sentó en la cama y sin poder creer lo que escuchaba, se apresuró en ponerse de pie y caminar hacia el baño.

- ¡Sí, no hay problema! – exclamó girando la llave de la ducha – Si, sé dónde queda... gracias, hasta entonces...

Salió corriendo de su habitación hacia el cuarto contiguo en donde dormía su amigo, con una alegría que debía compartir. Abrió la puerta de un golpe y el olor a sexo inundó desagradablemente sus fosas nasales.

- ¡Eh, Jjong despierta! – le habló mientras abría las gruesas cortinas dejando entrar la luz solar, que pegó de lleno en el rostro de su amigo - ¡JJONG, DESPIERTA!

- ¡¿Pero qué mierda pasa?! – reclamó el moreno sentándose en la cama, con el rostro visiblemente molesto por haber sido despertado - ¿Qué acaso no ves que hay gente durmiendo aquí?

- ¿Qu-qué, qué ocurre cariño...? – preguntó una rubia cabellera que se asomaba por el enredo de sábanas que había en la cama. Cuando notó al moreno en el lugar, tomó rápidamente la ropa de cama, cubriéndose hasta la mitad del rostro - ¡Minho!

- Hola Key... - le dijo sonriendo y dejándose caer en la cama, en medio de ellos, cruzando sus brazos tras su nuca en una actitud demasiado soberbia – Adivinen quién consiguió el trabajo de sus sueños...

- ¡Hey quítate de acá! – reclamó Jonghyun moviéndolo bruscamente para que saliera del lugar en donde se había ubicado tan cómodamente - ¡QUÍ-TA-TE!

Minho reclamó, sentándose sin salir de la cama, cruzando sus piernas y balanceándose nervioso.

- Adivina que...

- ¡¿Qué, demonios qué?!

- Lo logré... - musitó sonrojándose con una amplia sonrisa en su rostro.

- Minho, ahora que apaciguaste mi dormir y mi libido matutino, te ruego por favor no me jodas y me digas qué demonios sucede...

- El trabajo que estaba esperando hace tanto tiempo... - le dijo con la mirada luminosa y sin poder deshacerse de aquella sonrisa -...lo logré, me acaban de llamar

- ¡NO PUEDE SER! – exclamó sorprendido. Definitivamente había un motivo por el cual Minho lo despertaría tan temprano, sabiendo que no estaba solo en su cuarto – Debe ser una broma...

- Nop...

- ¡DIOS, MINHO! – le dijo lanzándose a él, dándole un apretado abrazo - ¡Felicitaciones!

Había pasado casi 8 meses desde que se había dado por vencido; ya no le quedaban lugares en dónde enviar más copias de su currículum, y tan solo debía esperar. Desde que se había graduado de la Universidad, había permanecido los últimos 4 años trabajando en el mismo hospital como enfermero de la Unidad de Tratamientos Intensivos. Había estudiado con esmero aquella carrera, y todo gracias a su madre, pues sabía que aquello era lo que quería hacer por el resto de su vida. Pero con el paso del tiempo, el ajetreo del sistema público de salud, las pocas horas de sueño, los turnos dobles y el estrés acumulado le había pasado la cuenta. A pesar de que tenía un más que suficiente sueldo, necesitaba dar otro rumbo a su carrera y trabajar de manera más independiente. Por lo que, luego de una conversación con el médico director del Hospital y tras un par de sus recomendaciones, se había decidido por trabajar de manera particular.

[ Balada de Otoño ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora