Capítulo IX

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–26 de abril–

Namie titubeó al llegar al pie del departamento de Izaya porque, aun cuando cumplió con todo lo pedido a regañadientes, aunque al pie de la letra, el segundo no encontró muy satisfactorios los resultados (lo que hizo que éste no saliera desde hacía cuatro días a las calles de Ikebukuro).

«Algo sucedió, algo que el imbécil de Izaya no ha querido confiarme.»

«¿Qué habrá hecho Heiwajima?»

«No negare que la última vez que salió, Izaya llegó un tanto... ¿abatido?»

Al no hallar a su jefe en su sitio habitual y con cara de pocos amigos, Namie se encaminó a la azotea.

—¿Izaya?

La joven no siguió avanzando y, por miedo a sobresaltar a Izaya, se hizo notar con suavidad. Logró modular su tono de voz de tal modo que resultó apática, como era costumbre en ella.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó.

El informante no se volvió, pero giró levemente la cabeza, mirando a Namie de reojo.

—No pensé que pasarías hoy por aquí. Es tu día libre, Namie-san —dijo Izaya como si no estuviera haciendo equilibrio bastantes metros por encima del suelo.

—Cierto. Lo olvidé.

—«Lo olvidé». Vaya, creo que ahora estoy emocionado por tus palabras —se llevó una mano al corazón para mayor dramatismo.

—No has respondido mi pregunta, ¿qué haces jugueteando en el borde? —Namie se apartó un mechón de cabello para disimular el tic nervioso de su ojo.

—Nada en particular, sólo juguetear. Me gusta practicar de este modo; ¿qué esfuerzo puede presentar uno si no hay riesgo de por medio? —Namie no comentó nada acerca de la descarada mentira.

—Creo que tienes demasiada confianza.

—¿Te parece? —Izaya se apoyó únicamente en un pie y le dio un vistazo a la caída—. El lado positivo de esto es que, si acaso cayera, el dolor sería fugaz —Izaya chasqueó los dedos.

—Ahórrame el papeleo y sígueme. Tienes trabajo —insistió Namie tras captar un semblante peligroso de Izaya. Duró un instante, pero ella no pudo evitar darse cuenta— Si bajas de una vez y me evitas mayores problemas, quizá me esfuerce en la sala de chat, ¿te parece bien, Izaya? —Namie esperó que su jefe accediera. Pero, como nada sucedía, la mujer empezó a estirar el brazo, como si pretendiera ofrecerle su mano.

—Namie...

—¿Qué?

—¿Crees que me precipite en juzgar a Shizuo?

—No lo sé. Pero pronto te darás cuenta, ¿cierto?

«Entonces yo estaba en lo correcto; algo sucedió.»

Luego de poner una expresión seria, Izaya volvió a clavar su vista en el distante suelo y reparó en muchos humanos que transitaban sin alzar la mirada hacia el sitio donde él se mantenía balanceándose ligeramente, sin atreverse a dar un paso más.

Tic, tac...

—Shizu-chan es como el resto: una completa decepción.

—Izaya...

—Pensé que sería divertido seguirlo, pero ¿qué hemos descubierto hasta hoy? Nada que no supiera ya. Shizuo es solamente alguien que me profesa un odio que, en sus orígenes, fue injustificado. Durante años yo le di muchas razones para ganarme ese sentimiento... No hay alguna otra cosa que ver en él. Mi carta cincuenta y cuatro puede ser quemada. Es inútil.

—Te recuerdo que hay demasiadas personas a las que podrías atormentar y eso si nos limitamos a este barrio. Además, si buscas conocer a Shizuo es buen tiempo para hacerlo. ¿El que lo hayan despedido no le brinda las horas muertas que tanto querías que tuviera?

—Namie-san, ¿podría suceder que quien está realmente interesada en Shizuo eres tú? —Izaya soltó una risilla ahogada y llevó sus dedos al bolsillo del pantalón.

—En absoluto, pero no pienso permitir que se desperdicie todo el trabajo que realicé para seguir adelante con tu ridículo pasatiempo. Si tienes dificultades puedes discutirlas con Kishitani o con cualquier otro, no me importa. Pero decídete de una vez. Yo no voy a malgastar...

—¿Discutir con Shinra? Quizá no sea tan mala idea... —Izaya habló más bien para sí.

«Aun si continúa lidiando con el encargo del Awakusu, puede que Shinra sea todo oídos.»

«Si no lo es, es igual de bueno visitarlo para la toma de una decisión.»

«Una muy importante si me lo preguntan. No sólo para mí sino también para Ikebukuro.»

«¿O será mejor darle velocidad al asunto?»

«Un paso adelante o un paso atrás, ¿qué diferencia hace cualquier opción llegado a este punto?»

—Yo amé a los humanos y quise amarlos a todos, pero hay quienes no me lo permitieron nunca. Y tampoco lo harán.

—¿Ya no amas a nadie?

Izaya pareció recordar que no estaba solo. Le pareció divertida la voz incrédula de Namie.

—Quién sabe. No lo sé.

—Si los amas, todo sigue igual. Si has dejado de amarlos, ámalos de nuevo. Ámalos a todos.

—¿Incluido a Shizuo?

—Sí. Ámalo también a él —Namie dio media vuelta y se dispuso a entrar nuevamente al departamento—. Ahora déjate de tonterías y procura que Roppi termine por conocer a Heiwajima.

Namie aguardó por el asentimiento de su jefe, el cual tardó en darse.

—Ok.

Izaya sonrió con aire malicioso antes de saltar al centro de la azotea.

Soltó el naipe y siguió a Namie.

«Shizu-chan no me hagas decirlo de nuevo: no me decepciones.»

«Quién se equivocó no fui yo. No debo ser yo.»

Izaya contempló a la azotea unos momentos más.

Tic, tac...

«¿Qué fue lo que dije...? ¡Ah, cierto! Era algo como "soy un indeciso, quizá un loco, pero nunca un suicida..." Tendría que reforzarme esta creencia porque, de lo contrario, Namie-san terminará por ser quien me estrangule y sobra decir que lo haría gustosa y a expensas de su salario. Aun así, no podemos ofrecerle a ella esa satisfacción siendo que Shizu-chan ya no es un recolector (culpa mía). Sería demasiado cruel de mi parte quitarle al monstruo su más ansiado sueño... Al fin y al cabo, y aunque el mundo difiera de mi opinión, Izaya Orihara no es un mal tipo.»

«Shizu-chan no me creerá nunca, pero podría suceder que Tsuki-san si lo hiciera un día de estos.»

El día a día de Izaya OriharaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora