Capitulo 17

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Es el fin.
Ya en casa y desde que Rafa ya no esta conmigo todo parece haberse apagado.

El recorrido fue largo, cada paso dado era como si yo misma pisara mi corazón. Me siento muy mal y no puedo o mas bien no quiero contar nada a nadie, no quiero complicar mas las cosas para nadie y mucho menos para Rafa.
Fuera de mi casa me siento tan pequeña he insignificante, como si el mundo se hiciera tan grande que yo solo soy un pequeño átomo. Toco la puerta con la punta de mis dedos sólo para sentir como es que el sol ha calentado la negra puerta; al tocar el metal de esta mis dedos se queman. Puede que la puerta este caliente pero no me duele al tocarla. Mi mirada baja, mi cabello cubriendo mi rostro, y un corazón que no puede estar mas destrozado; cuanto tiempo pase bajo el sol ardiente no lo se y la verdad es que no me importaba, lo único que quiero es que mi familia acepte que Rafa y yo estamos juntos. Quiero que nadie nos moleste o diga que hacer con nuestro amor, sólo quiero alejarme de este mundo e irme con él.
Mi cabeza llena de pensamientos se destroza al ver como mi madre abre la puerta; tanto ella como yo nos asustamos, al parecer va de salida. Pero aunque la he sorprendido ella termina por recibirme con una sonrisa.

-Alexandra, ya llegaste mi niña, pero ¿por que esa cara?-

Entro lo mas rápido posible a la casa, pues ahora que me han sacado de mi transe me doy cuenta cual ardiente esta el sol.
No quiero que mi madre se preocupe así que contesto lo mas feliz que puedo.

-Es que la mochila esta muy pesada, y con este sol me hace ver fatal y cansada-
Por último una sonrisa sale de mis labios, a la cual mi madre me responde amablemente.

-Bueno mi niña lo bueno que has llegado, ven deja tus cosas y acompañame a un mandado-
Estoy a punto de decirle a mi madre que no puedo, que estoy cansada o algo para que me deje en casa; pero no puedo por que ella apenas me quito la mochila me lleva a la fuerza.
No es nada difícil el llevarme, no tengo fuerza y mi corazón destrozado no ayuda de mucho.
Finalmente termino por irme con mi madre; cada paso que doy el sol quema mas fuerte.
Unas cuantas cuadras bastan para llegar a nuestro destino. Levanto la mirada y siento como la fuerza vital de mi cuerpo se escapa por completo en un solo parpadeo; tengo frente a mí la casa de mi abuela.
El peor lugar para ser interrogada, me gustaría salir corriendo y no volver; pero el ser tan buena niña me lo impide.
Es como si una armadura de metal me atrapara dentro de ella, sólo para después llevarme dentro de aquella casa; donde por ahora no soy bienvenida.
Solamente rezo para que no estén mis tíos, mi madre abre la puerta pues tiene una llave de la casa.
Apenas abre la puerta puedo sentir como es que mi respiración se corta al ver sentado en el sofá principal a mi tío christo.
Él alza su mirada, mirada la cual siento pesada y muy cortante; amablemente saluda a mi madre y por consiguiente a mí. Por ese instante me sentí tan mal, tanto que no creí sería posible hacerme sentir peor. Por desgracia si era posible hacerme sentir peor.
Cuándo él pronuncio unas palabras pude sentir como todo mi mundo se desmorona lentamente.
-Alexandra ven por favor-
Veo a mi lado para ver a mi madre quien se marcha para saludar a mi abuela, dejándome a mí totalmente sola e indefensa.
-¿Que paso tío?-
-Sólo quiero advertirte algo-
Mi cara palidece al escuchar lo que de la boca de mi tío acaba de salir.
Mis palabras se quedan calladas cual sauce triste y sólo, lo veo a la cara pero termino por arrepentirme al instante.
-di le a tú novio que si quiere pelea que me lo diga a la cara-
-Pero ya no somos nada él y yo tío, y ¿cual pelea?-
-Si ya no son novios no es asunto tuyo lo que le pase-
Con esta frase mi tío termino por romper la poca cordura que tenía en ese momento.
Quise detenerlo y hablar con él pero era muy tarde el salio de la casa y no lo vi mas. ¿que se suponía que hiciera yo?, ahora que le pedí tiempo a Rafa no se lo que será capaz de hacer.
Ante todo esto sólo me temo lo peor, que se supone que haga. Por un lado esta mi tío y por el otro mi novio, es como si una soga me sujetara de mis brazos y piernas; mientras que ellos están en una pelea despiadada.
Este fue el paso final para saber, que hoy es el fin.

La Rosa AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora