Phoebe llevó su mano a su abultado vientre. Estaba casi por cumplir los nueve meses y las cosas no podrían marchar mejor. Angy estaba mejor que nunca en sus lecciones, y aprendía muy rápido con Phoebe mientras ambas cosían en el taller. Devon, por su parte, las ayudaba con los repartos felizmente y a veces trabajaba en una tienda con el lechero. Las cartas de Celine la llegaban todas las semanas, los domingos y hablaban de lo que sucedía estos días por Inglaterra.
Estaban en una época calurosa, julio para ser precisos, y se comenzaban las nuevas temporadas y diseños. Lo que conllevaba más trabajo. Phoebe miró a Angy que andaba de un lado a otro con una venda sobre los ojos buscando la presencia de Devon. Esos dos se habían juntado mucho desde que llegaron a la ciudad. Por lo que sus días se hacían llevaderos. El timbre sonó, como de costumbre a las siete, y la mujer se levantó para abrir la puerta al recadero:
—Buenas, señorita — hizo una reverencia quitándose la gorra — Como siempre, la traigo el correo — ella sonrió con amplitud mientras rebuscaba en el monedero unas monedas para darle.
—¿Qué tal tu madre, Andy? — preguntó mientras le tendía el dinero y lo intercambiaba por la carta.
—Pf, está insoportable. Desde que nació Bianca no hace más que refunfuñar — explicó apoyándose en el marco de la puerta.
—¡Te pillé! — se oyó desde dentro. Phoebe y Andy miraron hacia el interior viendo a los jóvenes abrazándose con fuerza mientras se reían en el suelo.
—¿Te apetece pasar un rato? — preguntó abriendo más la puerta ofreciéndole la entrada.
—Ya me gustaría, señorita — resopló — Pero las entregas no se hacen solas, y ya voy con retraso — hizo de nuevo una reverencia con una enorme sonrisa y la tendió una margarita de su bolsa — Una flor para otra flor.
—Zalamero... Dale recuerdos a tu familia de mi parte, anda — le dio un abrazo como pudo y dos besos. Aquel jovencito le sacaba tantas sonrisas — Y diles que se pasen a verme cuando quieran, mis puertas están abiertas para todos — el muchacho de trece años sonrió y le dio un toque a la gorra despidiéndose para desaparecer por las escaleras.
La mujer cerró la puerta y entró negando con la cabeza y una enorme sonrisa en su rostro. Se volvió a sentar en la silla de la máquina de coser y comenzó a inspeccionar la carta. Como siempre que Celine la enviaba algo, esta estaba sellada en lacre, con las letras identificativas de la muchacha:
—Ha llegado una carta de Celine — avisó haciendo que los jóvenes fueran hacia ella esperando a que comenzara a leer — Vamos a ver qué se cuentan por Londres... — murmuró Phoebe rompiendo el lacre — Mis amadas Angy y Phoebe...
Mis amadas Angy y Phoebe:
Como siempre, las cosas con Percy no andan bien. Últimamente sale mucho a las zonas de juego desde que os marchasteis. Belladona no hace más que preguntar por vosotras y a veces nuestro hermano y yo peleamos acaloradamente. No hace más que preguntar por ti, Angy.
Por favor, os suplico que volváis ahora que podéis hacerlo. Está dispuesto a viajar por todo el mundo dispuesto a encontrarte. Phoebe, me imagino que estarás ya en la tercera etapa de tu embarazo y no te pediría que volvieras si no fuera urgente. Sé que lo que os pido es demasiado, me imagino que habréis formado una nueva vida allí y espero que estéis viviendo bien y sin problemas.
Aparte de eso, los padres de Devon planean viajar a Washington para hacer negocios dentro de dos meses, ¿creéis que podríais encontraros por los negocios que tendrán cerca de Nueva Orleans. Aunque estoy diciendo tonterías, estáis demasiado lejos. Bueno, como siempre, me estoy saliendo del tema.
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La Modista
RomancePROHIBIDA LA COPIA O ADAPTACIÓN. OBRA REGISTRADA. Cuando Phoebe pensaba que la vida no podría irle peor, pierde su taller de costura por una falsa denuncia. Sin trabajo, sin casa y con poco dinero, se ve obligada a buscar un trabajo de sirvienta, au...