El inicio de todo

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Era un día frío y lúgubre, las nubes cubrían el sol de manera misteriosa pero a pesar de ese ambiente sombrío una chica lo veía hermoso, había expectativas en su mirar y una pizca de ilusión en su sonrisa

-hoy es un gran día-se dijo ella misma dándose ánimos mientras pasaba un mechón de su castaño cabello tras la oreja con una alegría que a muchos sorprendería en especial por una chica catalogada como "negativa"

-Val, apura o no llegarás-comento una esbelta pelinegra interrumpiendo los pensamientos de la chica, sus intensas orbes negras como la noche la miraron analizando su ropa y sonriendo orgullosa al ver que estaba tal y como habían acordado- sabes que la paciencia nunca ha sido la virtud de..él...-

-¡es cierto! ¿como estoy, Fa?-pregunto a su mejor amiga dando una vuelta completa, haciendo que su vestido negro se elevara elegantemente sin revelar más de lo necesario

-hermosa pero demorona ¡que te apures mujer!- grito la pelinegra alertando a la protagonista, logrando que sus ojos café se cerraran con timidez

-vale ya me voy...deséame suerte-

y sin saberlo ese paso pudo ser el peor, o el mejor, que dio en toda su vida, ella sin quererlo ni pensarlo se estaba entregando a propia voluntad a su verdugo; camino con tranquilidad hasta el paradero mensajeandose con Fa, su mejor amiga y cómplice de muchas aventuras las cuales solo quedarían en ellas, sin pensarlo llego a la cafetería en la que se encontraría frente a frente al chico que hacía cambiar sus humores y opiniones con solo una palabra

-hola, ¿mesa para uno?-comento un rubio mesero con una sonrisa vacía y frívola en su rostro

-para dos...y un frapuchino por ahora-comentó con inocencia casi ignorando al joven pensando en su acompañante y mirando la silla frente a ella 

-hola...-

volteó por instinto al oír la voz cerca de ella y abrió los ojos con horror y pánico, no estaba lista para verlo al parecer.

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