Capítulo 2

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Al darme vuelta, me encontré con un hombre alto, robusto, vestido con traje, los ojos y el cabello más negros que el azabache, muy parecido a Dante me miraba sonriendo.

   — ¿Quieres que te lleve a tu casa? Yo no tengo problema, y dudo que a Dante le moleste -Sonrió.  

   — Muchas gracias señor, pero no quiero molestarlo, debe tener cosas que hacer.    —Dije pensando que, por como estaba, a Dante no le agradaría la idea de compartir quince minutos más estando juntos, quizás necesitaba su tiempo y no quería agobiarlo, prefería caminar bajo la lluvia. Miré a Dante, él seguía mirando al piso sin decir ni una palabra.

   — Créeme, no sería problema llevarte, ¿No, Dante? —Lo miró esperando una respuesta. 

— ¿Qué? Eh... claro que no, estamos libres y llueve mucho. —Dijo con un poco de falsedad en su palabra, sabía que no quería acompañarme. Miré al cielo, la tormenta no se decidía a parar, si volvía caminando era un resfrío seguro, así que por el bien de mi salud decidí aceptar la propuesta del padre de Dante. 

   — Está bien —Sonreí y fuimos todos al auto. 

El auto era un Fiat palio color gris metal, con las ventanillas polarizadas y en muy buen estado, nos sentamos Dante y yo en el asiento trasero totalmente distanciados y sin dirigirnos la palabra, suspiré y me apoyé contra la ventanilla viendo el maldito día gris, que si no fuese por la actitud de Dante, sería un buen día, debido a que amo los días así. Comencé a pensar, tal vez no tenía nada que ver con esa llamada, puede que simplemente se haya dado cuenta que soy muy poco para él, que fue un error estar conmigo, perdida en mis pensamientos no noté que empezaban a caer lágrimas por mis mejillas y Dante me observaba fijamente, pensativo, en este momento daría cualquier cosa por poder leer mentes, saber que es lo que piensa. Limpio mis ojos y al ver mi casa, la señalo e intento hablar sin quebrar mi voz.

— Ahí es —Dije señalando mi casa, que se encontraba en una esquina.

Dante me miró una vez más haciendo una mueca de preocupación y bajó del auto, dio la vuelta y abrió mi puerta, me acompañó hasta la puerta  

— Lo siento por haberte tratado así Valeria, no fue mi intención hacerte sentir mal, sólo estoy muy estresado— Dijo dándome un fuerte abrazo seguido de un dulce beso en mi mejilla.
No sabía que decirle, estaba sorprendida y tenía emociones encontradas, estaba feliz por saber que no se trataba de mí pero a su vez preocupada y triste por saber que él debe estar pasando por un momento difícil.
— No pasa nada Dante —lo miré y agarré su mejilla acariciandola delicadamente— me gustaría que cuando tengas problemas los hables conmigo, soy tu novia y lo que más quiero es ayudarte.
— Es que... no puedo hablar de esto contigo —notaba mucho nerviosismo en su voz— Algún día lamentablemente lo entenderás.
En ese momento se escuchó la bocina del auto del padre de Dante, en señal de que debían irse, él se despidió de mi con un beso y su padre hizo un gesto de "adiós" desde dentro del vehículo. Una vez que partieron entré a mi casa, no había nadie otra vez, creí que al menos mamá volvería hoy. Dejé mi bolso arriba de la mesa, preparé algo rápido para comer, una vez que ya terminé mi almuerzo saque mis libros y empecé a estudiar, completar tareas y hacer trabajos extras para el profesor de matemática que me había pedido ayuda. Cuando terminé el último trabajo ya eran las 18:30, me sentía agotada así que decidí tirarme en el sillón a esperar que llegue alguien, al principio estar sola en casa puede ser divertido, es que ¿a quién no le gusta tener la libertad de hacerlo que quiere?  Pero después se torna aburrido y hasta un poco cansador, me gustaría que mamá o papá lleguen pronto, pero deberían haber llegado hace rato, seguro se ha retrasado el vuelo, pero de todas formas decidí llamar para asegurarme de que todo esté bien.
Marqué el número de mamá, sonó un par de veces hasta que me atendió la casilla de mensajes, volví a intentar una, dos, tres veces más. En ninguno de mis intentos atendió, comenzaba a preocuparme, intenté una última vez ya casi sin esperanzas de que atienda, pero luego de un par de tonos oigo su voz y suspiro aliviada.
— Hija! ¿Cómo estas? Lamento no haberte avisado que nos quedaremos unos días más, supuse que te preocuparías pero no he podido llamar antes.
— No hay problema mamá, sólo me he preocupado y quería saber si estaban bien.
— Estamos bien, tranquila. Oh, antes de que me olvide, escuchame bien lo que te voy a decir. Salió en los periódicos, en la tv, por todos lados que por donde vivimos están desapareciendo muchas chicas de entre 14 y 18 años, por favor ten cuidado.
— Si mamá, estaré bien, pero vuelvan pronto por favor, me aburro aquí sola.
— Es por trabajo Valeria, no porque queremos, cuando terminemos tomaremos el primer vuelo que haya para casa.
—Ok ma, gracias, seguiré con mis cosas, te amo.
— Y yo a ti.
Colgué el teléfono, y estuve lo que quedaba de la tarde observando el techo de madera que había en el living, finalmente el cansancio me ganó y me quedé dormida sin darme cuenta, ni siquiera tuve tiempo de ir a mi habitación.

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