Capítulo XXXI. 30 de octubre. Continuación.

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Como te narraba querido diario ya estaba en el hospital, me llevaron dentro dejando a má y a Sam afuera. ¡Diantres...! Me hacían preguntas de si consumo alcohol, drogas, que si fumo... ¡Parecía un interrogatorio de la inquisición! Sólo faltaba que preguntaran si era bruja o hechicera.

Luego me hicieron muchos exámenes como de sangre, orina, eses, en fin; me tomaron la presión, la temperatura además de revisarme la fuente. Al no ver actividad de parto aún, me dejaron en observación y poco tiempo después dejaron que má y Sam entraran para que estuviesen conmigo un rato después llegó Adrián quien me alegró la vida al verlo. Nos saludamos de beso mientras me consolaba acariciando mi cabeza.

-Adrián... ¡me alegra verte...! –Le dije al estrecharnos los dedos.-

-No te dejaré, Yami...he venido y me quedaré hasta que la bebé llegue al mundo.

Estallé de alegría por dentro y en má y Sam era muy visible... pero como a media hora después empecé a sentirme mal con dolores que me aquejaban.

-¡Yamita...! ¡Temo que son contracciones...! –Dijo má alterada.-

Comencé a quejarme conforme aumentaban los dolores y ya no eran quejas... ¡eran gritos lo que daba ya! De repente tenía a varios doctores encima... Me revisaron un buen rato y resolvieron lo siguiente:

-¡¡Con permiso señoras!! La joven va a la sala de partos ahora mismo...

-¡Máaa...! –Iba con demasiado miedo.-

-¿Usted...es el padre del bebé? –Le preguntó una enfermera a Adrián.-

-¿Yo...? ¡Ah...eh, sí...! ¡Soy el padre...!

-Venga con nosotros...usted debe estar con su pareja... -Le oí decir a la joven enfermera.-

Pronto me ingresaron a la sala de parto con esos dolores, ya ahí estaban varias enfermeras (os), y demás doctores. Veía a todos lados y no estaba Adrián por lo que empezaba a llamarlo entre la angustia y el miedo del parto en eso, llegó uno de los doctores vestido en bata verde con gorro quirúrgico con bozal y le pregunté:

-¡¡Doc...doctor...!! ¿¿Mi...novio...no; no...está a...quí...?? –Le pregunté empapada en sudor.-

-¡Hm...mm...mmmm....hhhmmm! –Dijo en tono confuso.-

-¡No...le...ah...ah! ¡No...le entiendo...doc...tor...! ¡El bozal...le in...terfiere...! –Le dije.- ¿Dónde...está...mi...novio?

De repente el doctor se quita el bozal y me di cuenta que no era el doctor, ¡era mi Adrián! Lo vistieron con la bata para que estuviera conmigo y obvio, el bozal le dificultaba el hablar.

-¡Soy yo; Yami...! Mira como me vistieron...

-¡Ja! Yo creyendo...que eras...que eras...el doctor... ¡Ja...ja...ja! ¡AAAYYYY!

Diario De Una Monja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora