A Leap of faith

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Capitulo Seis: A Leap of faith

Su cabeza.

Su jodida y danzarina cabeza que no dejaba de dar vueltas estando aún con los ojos cerrados.

Un gruñido fuerte, una media vuelta en la cama que produjo quedar de frente al ventanal y que el sol se encargara de aumentar ese dolor.

Recuerdos.

Varios de ellos llegando de improviso y ahora el dolor bajó de su cabeza a su pecho, directamente y sin escalas.

-Lexa...-susurró-Oh, Lexa...-.

Clarke abrió los ojos, pestañó un par de veces para sacarse la somnolencia y la resaca. Silencio. No había nadie en su habitación y se echó hacia tras pensando que nunca más la volvería a ver, que sus palabras, esas crueles palabras que había pronunciado con toda la intención de herirla había surtido el efecto deseado.

La había sacado de su vida para siempre.

Prefirió que las lágrimas se mezclaran con el agua tibia de esa ducha tan necesitada para recomponer su cuerpo adolorido, observó sus piernas demasiado blancas y susceptibles a desarrollar moretones con cualquier pequeño golpe, dos líneas violáceas es sus muslos, esas dos que le decían que sus recuerdos no habían fallado y Lexa si la cargó hasta su habitación, pasó el jabón con la intención de borrar los recuerdos, lo pasó una y otra vez, pero el amoratado no se iba, tampoco el dolor, el dolor de haber perdido lo único bueno que tenía en su vida desde hace años.

Se secó el cabello tomando su tiempo y procedió a caminar hasta el salón, ese que suponía sería un caos, uno sólo comparable con su cabeza.

Pero entonces abrió sus ojos azules con sorpresa, con tanta sorpresa que una indeseada sonrisa se posó en sus labios.

-Hola-dijo levantando la mirada-.

Lexa tenía una bolsa de basura en sus manos, el salón ya no parecía el campo de batalla que era cuando la militar despertó, sin nada mejor que hacer y sin tener la mínima intención de irse sin hablar con Clarke, gastó su tiempo recogiendo vasos vacíos y limpiando.

-¿Qué haces aquí?-preguntó la rubia-.

-Buenos días a ti también-respondió-.

Y Clarke no supo identificar los sentimientos que se cubrieron tras ese saludo tan cotidiano.

-No tienes que hacer eso, llamaré al servicio de limpieza-le dijo Clarke-.

Lexa alzó los hombros y dejó la bolsa en un costado.

-¿Dónde dormiste?-preguntó Clarke haciéndose camino hasta la cocina, necesitaba un café con urgencia, sólo eso, porque dudaba que su estómago aguantara algo más-.

-En el sofá de tu habitación-respondió apoyando sus codos en la isla de mármol-.

-Debiste ir a tu casa-dijo no lo suficiente bajo-.

-Vaya, creo que nunca me habían echado tantas veces de un lugar-dijo con su paciencia al punto de agotarse-.

Clarke después de poner la cafetera se dio la vuelta la enfrentarle la mirada, ahora sí podría definir exactamente lo que ella sentía.

-Dímelo una vez más y me voy, me voy y no vuelves a saber de mí-le dijo la Comandante con gesto imperturbable-.

Dudó.

Dudó, dudó uno, dos, tres, cuatro, cinco segundos.

Dudó un minuto y otro más.

-Esto soy yo Lexa, decide tú si te vas o te quedas-dijo sin convicción-.

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