Prólogo

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-Eres mía y de nadie más- dijo él, cogiéndome por los brazos y obligándome a mirarle.

- ¡No soy tuya! ¿Me oyes? ¡No soy de nadie y menos tuya! Te odio y siempre te odiare.- Le dije ya cabreada.

El me miró y vi en sus ojos algo oscuro, no sabía diferenciarlo, parecía tristeza pero también parecía que estaba furioso no podía saberlo con claridad. Pero me daba igual, porque yo le odio ¿no?

-No, no me odias. ¡Date cuenta que en realidad me amas!- dijo él, estaba furioso, pero se veía en sus ojos un poco de esperanza.

-No. Yo no te amo, no lo haré nunca. Eres un mujeriego egocéntrico. Nunca me podría enamorar de ti.- Le dije yo casi convencida y digo casi porque no me creía mis propias palabras no sé porque pero no era capaz de creérmelas.

-Todos tenemos nuestro pasado, yo era un mujeriego sí, pero cambie, cambie porque te amo, porque me dan igual las demás chicas, solo me importas tú y es muy estúpido de tu parte que no te des cuenta, porque me encanta verte sonreír, me encanta que te enojes te ves muy linda y sexy, me encanta todo de ti, porque para mí eres perfecta, solo quiero que este sami lado siempre, quiero ser tuyo y que tú seas mía.- dijo y se acercó más a mí, iba a besarme, ¿de verdad dejaría que me besara?, ¿aceptaría yo ese besos?. Antes de poder seguir pensando me besó y si le correspondí, no sé por qué pero lo hice, me sentía bien, malditamente bien.


Tú eres míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora