Nota: Puede que esto se convierta en una serie de one-shots de Voltron. Si alguien quiere pedir algo concreto y me deja un comentario con las especificaciones, puedo escribirlo :D
Aprendiste casi todo lo que sabes en la Escuela de Medicina Militar Galaxy Garrison. Primera de tu promoción, abandonaste el edificio con un doctorado cum laude, una maleta ligera y una colección creciente de miradas asesinas de tus compañeros de clase. Para ti era normal sacar buenas notas después de sacrificar toda tu vida social, pero ellos consideraban injusto tener que medirse con la más brillante de entre los mejores médicos del planeta. Era su problema, no el tuyo. Necesitaban madurar.
- Ayuda, por favor. Le han dado -gruñó Keith. Su voz sonaba amortiguada, como si llegase desde lejos. El olor de la carne quemada llenó la enfermería.
Las otras universidades solían decir que por las puertas de Galaxy Garrison entraban niños y salían héroes, perfectamente preparados para enfrentarse al fuego enemigo en una batalla real y para devolverle la vida en tres minutos a una papilla de soldado. Era la cuna indiscutible de la excelencia en medicina y tú estabas a la altura.
- ¿Qué ha pasado? - preguntaste, intentando sobreponerte al shock.
- Le han disparado en el pecho. Respira, pero le cuesta mucho.
Al principio todo fue sobre ruedas, cuando te limitabas a rebotar entre hospitales de campaña, pero en ese momento tu experiencia te decía que eso no era del todo cierto. Nada podría haberte preparado para tu nueva asignación.
- ¡Necesito antibiótico y analgésicos! ¡En pomada! -gritaste por encima del hombro mientras corrías hacia una estantería llena de pequeños cajones etiquetados. "Céntrate". "Respira despacio". "Lo has hecho antes".
La mayoría del tiempo no tenías mucho trabajo pero cuando tenías que hacer algo era cuestión de vida o muerte. Entre emergencias, te oxidabas. Cuando necesitabas las vendas, como en ese mismo momento, no podías encontrarlas.
Rebuscabas frenéticamente entre intentando ignorar los gemidos de dolor de Lance, tu paladín favorito.
- ¿Qué hago con ellos? -preguntó Keith con las manos llenas de tubos de colores. Sin mirar, le señalaste una mesa al lado de la camilla.
En cuanto tuviste las vendas te apresuraste hacia tu paciente. La quemadura del pecho no estaba infectada, los bordes de la armadura no se habían fundido con la carne y pudiste quitársela sin tener que cortarla. Hiciste lo mismo con la camiseta térmica que llevaba por debajo, y al ver la piel grisácea de la zona afectada, rodeada de ampollas rosas y brillantes, no pudiste contener un siseo.
Tercer grado. Había que limpiar el tejido muerto.
Con mano experta, extrajiste un recipiente esterilizado de la mesa de instrumental a la vez que indicabas a Keith una silla cómoda en la que sentarse a esperar. Sabías que las terminaciones nerviosas de la quemadura central estaban absolutamente destruidas y que Lance ni siquiera iba a notar la limpieza, pero aún así dudaste cuando viste sus ojos azules clavados en ti, llenos de miedo.
- No me hagas daño -suplicó con un hilo de voz.
Se te rompió el corazón en mil pedazos mientras asentías en silencio, y tragaste saliva para deshacer el nudo que se te había formado en la garganta. "Por favor, por favor, por favor", suplicaste mentalmente, "que no me tiemblen las manos justo ahora".
Haciendo acopio de toda tu determinación le limpiaste la herida con una técnica impecable, manteniendo el pulso firme. Perdió el conocimiento en algún momento de la operación, y aprovechaste ese momento para aplicarle una fina capa de pomada con una gasa limpia. Keith te ayudó a vendarle el pecho. Estaba temblando, y salió de la consulta en cuanto le dijiste que podías encargarte del resto.
ESTÁS LEYENDO
Paladín.
RomanceCinco paladines pilotan cinco leones mecánicos. Cinco leones mecánicos se unen para formar un robot gigante llamado Voltron. Suena impresionante, pero es el día a día de tus compañeros de trabajo, no el tuyo. Tú estas en el castillo para coser herid...