40. "Solo follábamos"

5.9K 278 28
                                    


Agustín.

Quise que Carolina fuese a la fiesta, pero esa sería una pésima idea, mucho más si era Juan Pablo la que la llevaría, así que me alegré cuando no aceptó. Sinceramente yo tampoco tenía ganas de ir, los ánimos eran fingidos pero era mi graduación y debía celebrarla ¿no? Además, no quería tener que soportar ver como Carolina me miraba con ojos furiosos. Era doloroso.

La fiesta fue un éxito, a menos para todos los demás, para mi fue un asco. Martina se pasó toda la noche bailando al rededor o sobre mi y yo solo quería otra Corona. La fiesta estaba en pleno auge, todos olvidaron sus vestimentas y zapatos para bailar al ritmo de la musica mientras yo no me despegaba de la barra y solo compartía palabras con el mesero.

No podía sacarme de la cabeza el Whastapp de Michael preguntándome que había pasado con Carolina, pues Valentina le había contado que estaba con ella en casa y no paraba de llorar.

Llorar. La idea de Carolina llorando se sentía como una patada en las bolas. Sin embargo, como un maldito cabrón, algo me llevó a responderle: "Terminó, amigo. Solo follábamos."

Su mensaje de regreso no tardó en llegar.

"Vaya que eres un imbécil!!! Se notaba a miles de kilómetros que Carolina estaba clavada contigo. Ella es diferente ¿si sabes? Es un ángel y si no fuese porque nunca le interesé, no me hubiese apartado del camino"

—Hey, Andrés. Sirveme un tequila. Seco...

Sabía bien que Carolina era un ángel sobre la tierra, que era malditamente diferente e insoportablemente hermosa, que era un perfecto equilibrio entre lo sensual y la inocencia, entre niña y mujer, entre la lujuria y el.... No. No.

Di un trago del shot y el líquido fue directo a mi garganta, quemándola, haciendo efectos solo unos segundos después.

Carolina era tan transparente, que descubrí que tenía tanto amor retenido que necesitaba dar y que le retribuyeran a cambio eso o más... Y yo no era el hombre adecuado para eso, yo era su hermanastro, yo era un cabrón. No podía enamorarme.

Dudaba algún día querer de nuevo a una mujer. Todas las mujeres que fueron algo en mi vida, terminaron abandonándome: mi primer novia y supuesto amor, mi madre que tanto quería y luego mi abuela que era mi vida entera. Sería tan tonto arriesgarme de nuevo a hacerlo.

Por ello no tenía nada que ofrecerle a Carolina más que sexo, era una persona vacía por dentro. No quería que ella se ilusionase conmigo y sabía que lo estaba haciendo. No quería terminar haciéndole daño y por ese y muchos motivos más, era mejor dejarlo hasta ahí.

Martina movía las caderas de un lado a otro rozando cada tanto mi rodilla como invitación, actuaba como si no hubiésemos pasado un mes sin vernos, como si todo estuviera exactamente igual. No sabía si era lo aprendido en los estudios o si era así naturalmente, era desconcertante. Pero, pensándolo mejor, era lo que necesitaba. Necesitaba mi vida de antes par olvidarme del presente.

La atraje hacia mi por la nuca y la besé, sabía a cerveza, cigarrillos y labial. Eran unos labios fríos que no me hacían sentir nada. Sentir nada es lo que necesitas, pensé para mi.

Lo que restó del fin de semana lo pasé en el apartamento de Martina, el domingo, con los demás, fuimos a la piscina del lugar donde fue la fiesta y no regresé a casa hasta el lunes en la mañana. No quería bajarme del auto y entrar, no quería lidiar con lo que sea que me esperaba. No quería ver a Carolina a los ojos.

Ya me bastaba con verla en mis pensamientos todo el jodido fin de semana mientras Martina se montaba sobre mi y hacía ella misma el trabajo.

La oí decir algo como que "te dejaron muy mal" cuando siquiera lograba excitarme. Eso era lo que faltaba.

Mi Hermanastro | AguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora