42. Charlas, Lionel y celos.

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Agustín.

Tomé un trago de mi cerveza mientras escuchaba a Michael hablar.

—¡Me alegro de que por fin de hayas decidido!

—Yo no me he decidido nada. Solo estoy aceptando que Carolina me trae hasta las metras.

—Y que la extrañas como un loco. —añadió mi amigo, repitiendo lo que le había dicho hacia unos minutos— Eso quiere decir que cortarás con Martina ¿no?

—No puedo hacerlo hasta que hable con Carolina, tal vez y ya no quiera estar conmigo pero es algo que necesitamos decirle a Tysha nosotros antes que Martina.

—Entiendo pero ¿cuando hablarás con Carolina?

—A penas vuelva.

—Y dejame entender algo, si ella quiere estar contigo ¿le pedirías que fuera tu novia?

—No lo sé, es algo confuso. Extraño demasiado a Carolina, ya estaba acostumbrado a verla todo los días y siento ese maldito vacío de perdida. No sé si estoy siendo egoísta porque tal vez no pueda quererla como ella merece que la quieran. Yo.. —me tapé la cara con las manos y las pasé por el cabello— no se que carajos me hizo esa mujer pero no dejo de pensarla. Traté, no te niego, de estar con Martina, pero no me mueve ni un milímetro los músculos.

—Y Carolina te mueve el mundo, te entiendo.

—No quiero que me entiendas eso. —dije frunciendo el ceño al recordar como Carolina impresionó a Michael. Aún me chispeaban los celos.

—Man, no lo digo por ella. Si, tal vez Carolina me impactó al principio pero Valentina... Con ella la cosa fue distinto, su interior fue lo que me impactó una vez la conocí. Me desequilibró por completo. Tanto así que el mismo día de la fiesta en Buddha terminé con Natalia.

—No sabía eso.

—Pues ya lo sabes. A veces lo más conveniente es arriesgase a vivir, y si vale la pena amigo, será fácil lidiar con lo que venga después.

Nunca lo había pensado de ese modo como me lo ponía él. Me había cerrado tanto a no encariñarme a una mujer que terminé olvidando que era arriesgar, siempre me iba por lo seguro. Y el poner una barrera entre Carolina y mis sentimientos era otro modo de protegerme.

Aunque no había funcionado muy bien. La muy condenada había sabido como colarse.

Si estaba en Madrid no era precisamente porque quisiera estar con su papá, lo sabía. Le había hecho daño como un cabrón y era de esperar que no quisiera verme. Aun no me quitaba de la cabeza su cara descompuesta, como trataba de evitar mi mirada en la suya, como su voz se había quebrado cuando me pidió que me fuera.

Ni mucho menos lo que había llorado después..

Tal vez era mejor para ella que estuviera lejos pero yo me estaba desesperando. Necesitaba verla, besarla, decirle lo hermosa que era y lo que odiaba estar lejos de ella, confesarle que aunque fuera mi hermanastra y aunque no estábamos destinados, no me importaba en lo absoluto, solo necesitaba estar con ella de alguna forma. Era un maldito egoísta.

—Solo espero que cuando regrese, no me odie.

Sentí mi móvil sonar y lo saqué del bolsillo. Al ver el nombre rodé los ojos y conteste.

—¿Que pasó?

—Uy, pero que maneras son esas de hablarle a tu novia.

—¿Que quieres?

—Verte ¿te quedas aquí de nuevo?

—No lo creo.

—¿Por qué?

Mi Hermanastro | AguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora