Capítulo 19 Dios los cría y ellos se juntan

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ADVERTENCIA** Este capítulo contiene algunas escenas de lenguaje y contenido un poco violento y de carácter sexual. Si eres sensible a este tema o has sido víctima de violencia doméstica o abuso sexual, por favor abstente de leer. Este fic lo he hecho con el fin de entretener, jamás de perjudicar a ninguna de ustedes, mis queridísimas lectoras. Si no tienen ningún incoventiente, disfruten el capítulo.
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Candy despertó con una sonrisa en los labios un par de horas después, todavía era temprano, a penas si podrían ser las ocho de la noche, tiempo era lo que más tenían para estar solos mimándose uno a otro. Ella se quedaba mirando a Terry con dulzura, se veía tan lindo, su bebé grande, como ella lo llamaba ahora, tan tranquilo, durmiendo como un niño sobre ella, con su respirar tan calmado, comenzó a entrelazar sus dedos entre los cabellos de él, al rebelde le encantaba esa caricia, especialmente cuando iba a quedarse dormido.

-Cualquiera diría que no rompes un plato, mocoso engreído.

Dijo Candy acariciándole el rostro y depositando un beso en su frente.

-¿Cómo me llamaste, pecosa insolente?

Le preguntó Terry despertando de momento y ella dio un respingo.

-¡Terry! Eres un pesado, me asustaste. Y te llamé mocoso engreído.

-¡Y todavía confiesas! Ahora prepárate para luchar, pecosa atrevida.

Y entonces Terry, que ya de por si tenía ventaja por encontrarse encima de ella le comenzó a hacer cosquillas, mientras Candy se retorcía sin parar de reir.

-Ya, Terry, déjame ya, jajajaja.

-No. Estás en mis manos ahora, princesa.

Y Terry siguió haciéndole cosquillas sin piedad sin hacerle caso a las súplicas de Candy.

-Terry, por favor, jajajaja.

-Si me dices que me amas te suelto.

-Te amo, jajajaja, te amo mucho, jajajajaja.

-No sé... no me convences.

-Te amo, Terrence Grandchester.

Y ante esto, Terry la liberó de las cosquillas y la besó con ternura. Después del beso, ambos se acomodaron sus ropas y decidieron ir afuera a pasar un rato junto al lago.

-Es tan hermoso este lugar, Terry.

Le dijo Candy sentada en las piernas de Terry a orillas del lago.

-Me gustó desde que lo descubrí, nunca imaginé que lo compartiría con... un mono pecoso.

-¡Terry! ¿Es que no puedes dejar de ser un pesado ni cinco minutos?

Candy estaba molesta de verdad, era un momento romántico y Terry no pudo evitar salir con una de las de suyas. Hizo un ademán de levantarse, pero él la detuvo con sus brazos.

-No te enojes, pecas. Lo que quise decir fue que nunca imaginé compartir este lugar con la mujer más hermosa del mundo.

Entonces Terry la besó sin darle tiempo a replicar, la había hecho enojar y tenía que arreglarlo.

-No tienes remedio, Terry.

-Pero así me amas.

-Sí... y no cambiaría ni una sola célula de ti.

Entonces se comenzaron a besar los dos apasionadamente, a orillas de ese lago, sobre la hermosa hierba. Su amor rompía con todos los esquemas, no podían vivir uno sin el otro ya, su amor, su deseo, su pasión, su entrega, eran palpables. Sobre esa misma hierba Terry le hizo el amor una vez más. Abrazados y saciados uno del otro, se pusieron de pie nuevamente y decidieron recorrer los alrededores entre bromas, risas y enojos por los comentarios de Terry, como dos chiquillos.

Candy Candy: El rebelde y la dama de establoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora