Abrí los ojos y me di cuenta que no me encontraba en mi habitación, estaba en la mansión de Nathan y Damien. Voltee mi cabeza hacia la derecha y vi a Evan durmiendo a mi lado, se veía bastante lindo durmiendo, le acaricie el cabello y sonreí.
Salí de entre las sabanas y camine a la ventana que me dejaba ver afuera de la mansión, los padres de Damien aún seguían bailando en el jardín, se les veía como dos adolescentes enamorados. Los meseros y sirvientes de la mansión caminaban de aquí para allá quitando las mesas y lo demás para dejar limpio el jardín y los rodeaban con maestría mientras sonreían enternecidos por la escena.
Yo también sonreí y camine al baño, no puedo creer que no pudiera despedirme de mi mejor amigo por un desmayo. Soy de lo peor. Ya me encargare de disculparme más tarde por teléfono.
Me enjuago la cara y la boca. Volteo a ver a Evan y sigue durmiendo.
Suspiro y camino de puntitas para salir de la habitación sin despertarlo. Abro la puerta y veo el pasillo oscuro, vació. Me siento bastante extraño caminando en la oscuridad en una casa ajena sin que estén sus dueños en casa.
Bajo las escaleras rumbo a la cocina. Tengo hambre y antojo de nieve de nuevo.
Entro al desastre de cocina y busco la comida de la boda. Tal vez a otra persona le daría asco comer una comida que hace unas horas acaba de vomitar pero yo tengo mucha hambre y eso era lo único que ya estaba hecho y no tenía ganas de preparar nada.
Metí un poco de comida al microondas y después me serví un poco de la nieve de Nathan en una copa. Estaba deliciosa.
Seguí comiendo nieve mientras veía mi comida dar vueltas y vueltas en el microondas. Ya que termino de calentarse me deje caer en uno de los bancos frente a la barra y me dispuse a comer.
Mientras comía escuche ruido fuera de la cocina y vi a los padres de Damien entrando a hurtadillas a la casa y abrazados se tambaleaban en las escaleras. Los padres de Damien eran el claro ejemplo de una pareja de casados perfecta.
Me reí y volví a sentarme en el banco para terminar mi comida y la nieve.
Suspire acariciando mi estómago, estaba lleno. Por fin podría dormir en paz.
Me levante del banco y subí las escaleras rumbo a la habitación de nuevo, el pasillo seguía oscuro y se podía ver un poco de luz de la luna. Iba caminando con cuidado de no tropezar.
Iba pasando por enfrente de una de las tantas puertas de la mansión, no sabía quién dormía ahí pero escuche un ruido, me detuve en seco y trate de escuchar mejor. Me quede de pie en medio del oscuro pasillo, volví a escuchar ruido pero esta vez como estaba concentrado, alcance a escuchar el ruido, estaba vez más claro, inconfundible.
Gemidos.
No pude seguir mi camino, la curiosidad me mataba.
Con cuidado acerque mi oído a la puerta, tratando de escuchar y esta se empujó un poco, estaba abierta a lo que me pudo dejar un espacio de visión.
¿Lo hago o no lo hago?
¿Sería bastante extraño espiar a personas haciendo eso?
No me importo y pegue mi vista a la orilla de la puerta.
Lo primero que vi fue a un hombre idéntico a Edward, desnudo arremetiendo a un cuerpo delgado pero ligeramente musculoso, el hombre bajo el gemía muy bonito y se aferraba a la cama con sus brazos, se le marcaban los músculos y trataba de agarrar aire cada vez que recibía alguna envestida.
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Jamás te olvide.
RomanceDamien es un alfa francés que a los nueve años no logra entender porque tiene que ser perfecto ante la sociedad y su familia. Hasta que un día tras ir a una fiesta social de Alfas y Omegas de las familias más conocidas de Francia, conoce a un pequeñ...