Prologo.
6.45 am
-¡Despierta! ¡Emma!
-No, aún no. Es muy temprano. ¡Cinco minutos más!
-¡Despierta ya! ¡No quiero llegar tarde!
Solo faltaban un par de semanas y seríamos libres, iríamos a la misma universidad, dejaríamos atrás todo, por lo menos no extrañaría nada. Había conocido a Miranda desde pequeña, de hecho, nuestras madres eran, muy amigas y por eso cuando sus padres murieron en ese trágico accidente de coche ella se mudó conmigo, siempre ha sido mi mejor amiga, estuvo ahí cuando la necesité, incluso cuando mi madre murió en el accidente de varios años atrás… pero lo pasado es pasado.
-No puedo esperar para empezar la universidad. ¡Lo mejor es que seguiremos juntas!- le digo muy emocionada.
-Sí, yo también me alegro de eso.
Diferentes pruebas pero misma carrera. Habíamos dado el examen como hace un mes y medio, primero ella y luego yo… Como era de costumbre de ella, tenía una vida planeada, a veces me daba un poco de envidia. Ella era perfecta, tenía todo en orden, en cambio mi vida era un desastre total.
Mi padre trabajaba esa mañana, pero me dejó una nota que no alcancé a leer porque tenía demasiada prisa para llegar a la escuela, pero la guardé en la chaqueta.
Como siempre, Math esperaba en la puerta de la escuela.
-¡Buenos días!
-Hola Math. – dijimos Miranda y yo.
-¿Pero y esas caras? ¿No se supone que hoy es un día para celebrar?
-Yo pienso lo mismo – dijo Miranda- Por eso después iremos al cine y a comer unos helados y tú – dijo señalándome con pequeño dedo – no te negarás.
-No me señales con esos dedos gorditos y sí, me puedo negar… tienen toda la mañana para convencerme.
Los dos rieron.
En ese momento, el maestro entró y todo el mundo se sentó en sus lugares, entonces recordé la nota de papá.
‘’Disculpa por no estar ahí, llegaré en la noche con una sorpresa, que la pases bien. ¡Feliz Cumpleaños!
Cierto, lo olvidaba… era mi cumpleaños.