La cena fue un relativo éxito; las agresiones verbales se mantuvieron al mínimo frente a los clásicos comentarios hirientes propios de familiares que no se ven en todo el año. Pero nadie perdió un ojo, nadie fue mordido, nadie recibió mucho daño psicológico que requiera muchas noches sin dormir.
Resultó casi perfecto para todos, menos para una pareja.
—¿Sabías lo bella que te ves a la luz de la luna? —Keith le comentó, conduciendo su vehículo camino de regreso a su hogar, con una Colleen con los ojos perdidos en la niebla y el frío de la noche.
Y no parecía reaccionar. Cierto, Colleen no era una mujer de grandes expresiones o demostraciones emotivas, pero inclusive para esos estándares, de su expresión emanaba una frialdad que casi hacía lucir el ártico como un lugar hospitalario.
—Te queda bien ese peinado —agregó.
—Keith...
—Lo sé, lo sé.
—No. No lo sabes.
—Sí, o al menos puedo imaginarlo: vas a decir que esto es algo que debería recordar. ¿Sabes qué? Tienes razón. Tienes toda la razón, y no puedo siquiera pensar en un modo de defenderme. Es más, no creo que siquiera fuera apropiado hacerlo.
—Keith, por favor —Colleen interrumpió—, dejame acabar.
—Lo siento.
—Puedo apostar lo que quieras, puedo apostar mi fondo de retiro, que no es poco, aclaro, que creías que iba a caer en la histeria porque soy una mujer, y que iba a estallar si no creía que recordabas algo que fue un momento especial para mi. ¿Estoy en lo cierto?
—Pues...
—¿Esto en lo cierto? —Colleen reiteró con mayor autoridad.
—Es posible.
—Eres un hombre sensible e inteligente Keith; después de todo, por algo, tras tanto tiempo, me enamoré de ti. Te tengo confianza, y espero que tú a su vez la tengas en mi.
—Claro que te tengo confianza.
—Se supone que sí.
—¿Entonces qué quieras que diga?
—Te hubiera respetado más si simplemente me hubieras dicho en el momento que no recuerdas qué pasó, porque la fecha de la boda representa tanto para mi, y que creía que lo era para los dos.
—No quería...no quería hacerte sentir mal.
—En cierto modo, entiendo eso; no soy ya tan joven, no espero que mi pareja sea alguien que sepa lo qué pienso en cada jodido momento. Sé que las cosas no funcionan así, y que en muchos casos tendremos que hacernos entender fuerte y claro. Lo que me duele de todo esto no es que no recordarás algo especial, puedo, a pesar que me hiere, dejar eso ir porque no tengo quince putos años. Pero que no tuvieras confianza, ¡fuimos amigos antes qué nada! ¡No fuimos una pareja convencional! ¡Y perdimos años, repito, AÑOS de lo que pudo haber sido algo increíble si es que hubiéramos tenido la confianza de decir lo que sentíamos!
Esas palabras tuvieron dos efectos inmediatos en Keith:
A) Lo castró emocionalmente, y
B) Sintió una enorme pena, a sabiendas que en realidad, todo lo que decía era cierto.
—¿Ese es tu parecer? —Keith preguntó.
—Tuvimos...años difíciles; no pienses mal, pude tener a Jessica y Allyson, las amo, daría todo por esas chicas. Pero tampoco mentiré y diré que no hubo momentos difíciles. Ahora, tenemos la oportunidad de empezar una nueva vida juntos, mis niñas ya son mayores de edad y me están demostrando que pueden cuidarse por si solas. Pero si vamos a retomar lo que alguna vez fue...
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Casarse en Diciembre
ChickLitAllyson Martin es una estudiante de primer año de universidad que sobrevivió al reto más grande de su vida hasta ese momento: el primer semestre. Pero las vacaciones de invierno la llevaran a uno aún mayor: ayudar con la boda de su madre con un viej...