Es imposible.

Capitulo único.

Jace miró a Simón una última vez antes de fijar su vista en Clary, se suponía que debía amarla a ella y no ponerse nervioso –no era Alec –pero las cosas se le estaban dificultando cada vez más a medida que pasaba más tiempo al lado del vampiro diurno; esas cosas no eran del estilo de ninguno pero aun así se estaba haciendo complicado, el simple hecho de tener que fingir seguir amando a Clary con la misma intensidad que hasta hace unas semanas –aun la amaba –posiblemente su cerebro iba a estallar en cualquier momento y no esperaba que fuera ahora, no podía mostrarse débil ante ellos, menos antes Simón porque –aunque estuviera perdidamente enamorado de él como una colegiala de quince años –tenia apariencias que cuidar y sobre todo cosas que hacer más que fijarse en si volvía o no a la casa de Kyle.

-Es momento de que me valla-informó Clary acercándose a Jace lo suficiente para besarle en los labios-aun debo ver el traje que ocupare en la boda de mi madre asique nos veremos mañana-se alejó para besar la mejilla de Simón y se retiró corriendo de allí.

Ambos la quedaron mirando sin saber en qué momento se había hecho tan tarde pero lo seguro es que tampoco importaba mucho, ambas estaban cansados, solo querían llegar a irse a la cama y a ganarse nuevamente en la ventana respectivamente, deseaban más que nunca juntar los ojos y dejar que les tragara el mundo de las sombras por un par de horas y despertaran posiblemente un poco más repuestos al día siguiente.

-Vamos-habló Simón dándose la vuelta-es momento de que nosotros también nos vallamos o cojeras alguna pulmonía y no me quiero hacer responsable por lo que Clary o Isabelle me lleguen a decir-se encogió de hombros para comenzar a caminar esperando a que Jace le siguiera.

Jace dejó escapar un suspiro con todo lo que tenía dentro para observar detenidamente a Simón –una vez más –perdiéndose un poco en aquel cabello revuelto que se mecía levemente al son del viento, como sino hubieras más preocupaciones y también por un momento sintió que todo recuerdo de alguna pesadilla pasada que tuvo con Clary desaparecía, como si jamás hubiera existido en primer lugar, al fin, después de días Simón –sin darse cuenta –le estaba dando la paz que tanto necesitaba.

-Jace-

El nombrado se sobó un poco la nariz por haber chocado con el contrario, claro, se hubiera dado cuenta que llegaron si hubiera estado pendiente de lo que pasaba a su alrededor –como el guarda espaldas que se suponía que debía ser –en vez de ser quedarse allí observado como el cabello de Simón se mecía lentamente haciéndole olvidar todo lo vivido hasta hace unos minutos.

-Te detuviste-le dijo aun sobando su nariz. Bien Jace eso no era lo más inteligente que se te pudo haber ocurrido pero al menos habías hablado algo.

-Llegamos-le informó dándose la vuelta-¿Te sientes bien?, te noto raro desde que antes de ir a hablar con Clary-levantó su mano hasta la frente contraria. A pesar de ser vampiro y dejar de sentir muchas cosas, esto si podía hacerlo y si, efectivamente sus sospechas eran ciertas-tienes fiebre-

-No importa, ya pasara-

-Es alta-

-Estaré bien-

-Clary se pondrá triste si enfermas antes de la boda-

-Te digo que no es nada-

-Alec posiblemente enferme contigo porque tú no te cuidaste, eres su Parabatai-

-Así no funciona la runa-le miró molesto-eres peor que mi madre-

Simón se encogió de hombros, si él no se quería cuidar era cosa suya, intentó que se cuidara aunque fuera un poco pero no quiso asique ya no podía preocuparse más, además ni siquiera sabía él porque estaba siendo un poco más insistente, después de todo era la pareja de Clary no la suya y por mucho que fuera un amigo –cosa que consideraba hasta hace poco y ya ni siquiera sabía cómo llamarle al darse cuenta que estaba sintiendo cosas que no debía por Jace que era un hombre y por sobre todas las cosas el novio de su mejor amiga –su paciencia por ese día se había acabado en la madrugada cuando al salir se dio cuenta de que al final Jace no se había ido y por mucho que quisiera echarlo al parecer se hizo amigo de Kyle y ya nada podría hacer para que se fuera –porque no era su casa después de todo –