Único.

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Y allí estaba, viendo el cuerpo de su madre conectado a un montón de máquinas. Parecía dormir, su cara tan serena y tranquila daba esa ilusión. Un sueño pacífico y reparador. De esos que te tomas cuando has tenido un largo día, y que resultan increíblemente reconfortantes. Sí, esa era la expresión en su cara, incluso tenía una pequeña sonrisa que se asomaba tímidamente en sus labios. Como si su sueño fuera muy bonito. Lástima que sabía que no era sólo un sueño, quizás no volvería a despertar jamás. Fue uno de esos sorprendentes giros que da la vida cuando menos te lo esperas, todo va bien y de repente un suceso extraordinariamente horrible. Luego, el hospital, las cirugías, lo que pudiste haber hecho para evitarlo. Si tienes suerte, la vida te deja en paz pues dice que ya has sufrido bastante. Sin embargo, no todos la tienen y ese era su caso. La vida creía que necesitaba más golpes bajos y más dolor. Y allí estaba ella, observando como su madre quizás no volvería. Ella había estado en ese accidente pero había sobrevivido por milagro. Escuchaba como la máquina de los latidos hacía el ya tan característico y odiado "bip" que representaba a los hospitales, sobre todo en la sala de emergencias.

Una mariposa pasó volando frente a la única ventana que había en la habitación. Ella no la notó pues recordaba cada momento en el que había mostrado debilidad ante su madre.

Le ardían los ojos, tenía los puños apretados fuertemente a ambos lados de su cuerpo y los labios ya los tenía más rojos de lo normal de tanto morderlos. En otros tiempos, hace quizás unos diez años...

«-¡Mami, ya por favor, detente!

-¿Cuántas veces te dije que ordenaras tu cuarto, eh? ¡Mira este desorden!

La niña estaba sentada en su cama observando cómo su mamá metía sus juguetes favoritos en bolsas de basura sin piedad. No entendía por qué lo hacía, si siempre que desordenaba luego acomodaba sus cosas. Derramaba lágrimas y sollozaba, pero eso no parecía importarle a su madre.

-¿Estás llorando? -preguntó con voz amenazadora. La niña rápidamente subió su falda y se secó los ojos. Negó frenéticamente con la cabeza.- ¿Por qué lloras? No tienes motivos para hacerlo. Te dije una y mil veces que acomodaras el desorden.

La niña siguió observando lo que pasaba mientras pequeñas perlas adornaban sus mejillas...»

Tantas cosas que habían hecho juntas. ¿Por qué le pasaba esto a ella? ¿Qué había hecho mal? Amaba a su madre, daría la vida por ella. Aunque...

«-Ven aquí -le dijo su madre sentada en el sofá.

La niña con paso temeroso se acercó, temblando ligeramente. Había mentido sobre un pequeño asunto y no sabía cómo reaccionaría su mamá.

-Siéntate. -le ordenó. La niña ya más tranquila, obedeció en silencio. Su madre la miró. Comenzó a hablar pausadamente- ¿Qué te he dicho sobre mentir?

-Que está mal, mami. -la voz de la niña tenía un muy marcado matiz de arrepentimiento.

-¿Y por qué lo hiciste? -su tono era más duro.

-Quería protegerlo mami, es mi amigo. -respondió.

-Es tu amigo... -Cada palabra fue pronunciada más lentamente que la anterior.

Empezó a sentir que su madre la comprendía.

-¿No te he dicho que no te juntes con él?

-Pero...

-Nada de peros. Él es malo.

-Pero mami... -balbuceo.

-¡NADA! ¡Te dije que no debías juntarte con él y me desobedeciste! ¡Estás castigada! ¡Vete a tu habitación!

No llores... (One Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora