Capítulo 9.

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Veo un niño hermoso, con ojos marrones, cabellos dorados, una cara angelical, vestido de un overol de jeans, camisa azul celeste y zapatos tipo mocasines. Nos situábamos en un bosque, aquellos que no tenían fin. Sale corriendo hacía a mí con un divino ramo de girasoles pequeño, que se ajustaba a sus pequeñas y tiernas manos. Yo me agacho a su altura y lo miro tiernamente.

-¿Para mí? -Le pregunté con dulzura y el pequeño asiente. Yo recibo el ramo de flores mientras que el pequeño sale corriendo hacía otra dirección, yo lo sigo con mi mirada y luego se detiene en un lugar bastante lejos de mí. Iba saliendo una silueta de un hombre, con cabellos largos rizados, vestido de traje elegante y el pequeño lo traía de la mano hacía mi. Decía algo, pero no sabía que era... Y luego, despierto.

A la mañana siguiente, me levanto muy temprano a limpiar el desorden de ayer en la noche y también para a hacer el desayuno. Había tenido un sueño muy extraño con un pequeño y un señor joven de 34 años más o menos; exactamente la edad que tiene el señor Jackson. Fui a servir el desayuno al señor, quién estaba en el patio de atrás. Allí hay un jardín muy hermoso, él se encontraba leyendo los periódicos de la mañana.

-Buenos días, señor. -Le preparo un poco de jugo de naranja y luego le dejo unas tostadas con miel.

-Buenos días, María. -dobla el periódico en dos y lo tiró sobre la mesa, luego se pasó las manos sobre su cabello.

-¿Le pasa algo, señor? -Pregunto preocupada- Lo veo muy angustiado, ¿vio algo que no le gustó en el periódico?

-Las mismas noticias de siempre. La prensa y el gobierno que me tienen frustrado, estresado y cansado.

-Lo siento mucho, señor. -Agacho mi cabeza y pienso, ¿en qué forma podría animarlo?

-María... -Me sorprendí al escuchar mi nombre salir de su boca, yo lo miro inmediatamente.

-¡Sí, señor!

-¿Soy tan malo para merecer todo esto?... ¿Hasta tu odio? -Se me rompe el corazón en mil pedazos al oír eso. Lo miro fijamente, ¿cómo era posible que en menos de unos meses ya sintiera confusión hacía él? Alejo todo pensamiento que se me pasaba por la mente y lo miro fijamente. Sabía que él quería una respuesta sincera de mi parte.

-No, señor... -Agacho de nuevo la cabeza-Usted no merece esto. Usted es muy buena persona, es solo que las cosas malas, hacen cambiar de actitud a la gente porque... se cansan -él se sorprende con mi respuesta.

-María... Debo decirte algo. -Toma una de mis manos entre las suyas- Tienes las manos heladas.

-Señor, por favor. Sea lo más rápido posible, debo ir a trabajar.-Él me sonríe y suspira.

-María, quiero que seas mi esposa. -Soltó sin más, no apartaba su mirada de mi Lo dijo como si fuera tal cosa, como si fuera algo muy normal.

-¡Qué! -Grito con todas mis fuerzas, con todo lo que tenía dentro de mí ser. Yo, me zafa de su agarre y coloco la bandeja sobre la mesa- Está bien. Entiendo que ayer lo trate mal y luego paso algo muy raro después de que usted se fue a dormir. Estoy tratando de ser amable, porque me estoy dando cuenta que no debería ser grosera con usted, usted no tiene la culpa de todo lo que le pasa -Empiezo a caminar por todo el patio como histérica- Se que la señora Presley lo dejó y todo eso, pero... ¿Yo que tengo que ver con esto? Además yo no estoy a su altura, solo soy una sirvienta de 24 años y usted todo un señor profesional -él se levanta de la mesa preocupado. Yo giro hacía dirección de la mesa y quedo frente de él. Era muy alto, mi cabeza le quedaba a la altura del nudo de su corbata. Me toma de los hombros y yo miro hacía arriba.

-No tienes que ser profesional. A lo que me refiero que no tienes que ser ni secretaria, ni gobernadora, ni cantante o de un estatus alto para ser mi esposa, María. -Se puso a mi altura y me mira con esos ojos café oscuros intensos- Solo quiero alguien que me quiera como yo la voy a querer. Alguien con quién compartir mis miedos, mis alegrías, mis turbulencias, mi tempestad, mis logros. Todo... absolutamente todo.

-¿No soy muy joven para usted, señor? -Pregunté preocupada. Él se incorpora y se vuelve a sentar.

-Lo eres -responde serio. Toma un poco de fruta y la lleva a su boca.

-¿Qué clase de respuesta es esa? -Me giro hacía la mesa para quedar de frente y coloco mis manos sobre mi cintura. Él coge el pañuelo y se limpia un poco la comisura de los labios.

-Sí, María. Eres joven para mi. Solo unos diez años. Lisa también me sumaba los diez años y aún así la amaba.

-¿La amaba? -Lo miro con mil dudas que abarcaba mi cabeza, todo esto me tomaba por sorpresa. Pensé que iba seguir siendo el mismo caprichoso malcriado después de tremenda discusión de anoche, pero me equivoqué en todo el sentido de la palabra.

-Si, María. La amaba... Luego la odie y me odie a mi mismo porque recargaba toda mi ira hacia la gente que no lo merecía. Más tarde llegaste tú; tú me abriste los ojos, me reprendiste y no te dio miedo. Siento que eres la indicada, porque me dijiste las verdades en la cara.

-No lo sé -agacho mi cabeza- Estoy muy confundida, ¿qué dirán sus hermanos, su madre... su padre?

-Janet no tiene problema por esto y no creo que ellos tampoco se quejen... Menos mi mamá. María, acepta. Te daré lujos, dinero, la mejor ropa, lo que quieras.

-¡Es que yo no quiero eso, señor! -Lo miro fijamente y totalmente sorprendida- Yo también llegué amar a alguien, muchísimo. Pero me traicionó, hace 2 años nos separamos. Yo llevo un año trabajando aquí y la única diferencia entre usted y yo, es que yo nunca cambie de actitud con nadie, ni me recargue con nadie. Pero por eso lo odiaba, porque no era justo, todos sufrimos -Suelto un par de lágrimas y su rostro se sorprende al verme así- Yo también lo amaba, era mi vida. No pedía lujos, ni dinero, ni la mejor ropa, ni lo que yo quisiera en el sentido material. Solo amor, un amor que me correspondiera.

-Yo no sabía nada de eso. -susurra y se pasa una de sus manos, por su nuca- Realmente no lo sabia.

-Cada quién juzga por su condición, ¿no? -Respondo con la voz entre cortada- Estoy muy confundida, por eso no creo poder aceptar su petición -Michael suspira y nuevamente se levanta. Yo tenía el rostro cabizbajo y se coloca de frente mío. Saca un pañuelo y me enjuaga las lágrimas. Luego toma mis manos y yo lo miro.

-Te prometo, que jamás te haré sufrir y si alguien llegara hacerte daño, se las verá conmigo. La pagara fuerte. Sé que no me quieres, pero también tengo claro que ya no me odias. María, te quiero como nunca creí querer a nadie en tan poco tiempo. Tú, para mi eres perfecta, mi mujer ideal. Una vez más... acepta ser mi esposa... por favor -él me mira con esos ojos. Negros intensos. Fríos, que ahora transmitían protección y cariño. Implorando un "si" por respuesta. Yo miro al suelo y ladee un poco la cabeza. Suspiro y lo miro de nuevo. Su rostro esperaba una respuesta, pero una respuesta buena. Después de tanto pensarlo, di mi respuesta concluida.

-Está bien, acepto -él se puso contento, que me alzó y me dio un par de vueltas en el aire. Me abrazo tan fuerte que no podía respirar, luego me coloca en el suelo y me mira-Me haré merecedor de tu amor, te lo juro -Trató de besarme en la boca, pero lo evité y en lugar de eso, puse mi mejilla.

¡Gracias chicas por leer el capítulo! Las adoro bebés(: Son lo mejor ^^

Casados a la fuerza © [TERMINADA] #Sakura2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora