Vivir juntas

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Narra Camila

Desde que conocí a Lauren, siempre he querido vivir junto a ella. Me parece una chica tan brillante, tan misteriosa, tan llena de cosas lindas. Le he dicho que posiblemente me mude a un apartamento pequeño. 

Discutíamos sobre lo mucho que nos dolían los pies después del concierto. Teníamos ambas los pies en agua caliente; Lauren se veía hermosa con su pelo largo. 

–Espero que seas responsable viviendo sola, Camila. Porque te conozco, y se que no duraríasni un mes– 

–¿Acaso es un reto?– Respondí– Seré lo más responsable que se pueda. Si quieres, puedes quedarte una noche para ver lo responsable que soy– Dije mientras le picaba un ojo. 

–También lo he pensado, pero no creí que pensaras que fuese buena idea– Mi corazón me dio un vuelco al oír a Lauren pronunciando esas palabras. 

–Quizá no sea buena idea, pero desde que no dejes bragas sucias en el suelo o rompas ninguna vajilla, todo estará bien– Sonreí. 

–Para mi suena bien ¿Qué tienen de malo mis bragas por el suelo?– Sonrío coqueta. 

–Bueno, puedes dejar bragas en el suelo, está bien. Pero lejos de las mías, que seguramente también estarán en el suelo–

–¿Por qué lejos? ¿Por qué me desprecias?– Dijo divertida. 

–Habrá sólo una cama, así que te tocará dormir conmigo. Quizá ni siquiera sea una cama, sino un colchón en la esquina. ¿Pides más que eso?– Sonaba insinuante mi tono de voz. 

–No me molestaría, en realidad. 

Lauren acababa de decirme que no le molestaría dormir a mi lado. Yo quería saltar por toda la habitación de la emoción. 

–Podrías cumplir todas tus fantasías– Dije en tono de broma, y le guiñé el ojo exageradamente. 

–Ojalá. Que buenas ideas tienes– Dijo mientras se reía siguiendo la broma. 

–La única condición es... que no puede faltar el café a la mañana siguiente.

–Mi especialidad es preparar café, muy amargo– "Es tan Lauren" pensé.

–Entonces perfecto, porque así me encanta– Mentí. Me gusta el café con 3 cucharadas de azúcar, pero por Lauren, tomaría el café como fuese, con tal de que sea a su lado. 

–Entonces prepararé todo el café que pidas– Respondió muy seria, y en voz más baja que antes. 

–Pediré lo suficiente como para que te quedes un rato allí. Tu compañía me parece agradable. No quiero sonar cursi, pero te he extrañado un poco.–Suspiré–Disculpa, debe ser la hora la que me pone así.

–En ese caso haré que lo bebas despacio. No suenas cursi, me gusta que me digas lo que sientes. También te extrañé–Sonreí frente a sus ojos verdes– Ojalá no fuera solo la hora lo que te haga hablar sinceramente. 

–Bueno, quizá no es sólo la hora; tú tienes un poco de culpa también. Junto a ti me siento cómoda. Siento que puedo decir y hacer muchas cosas sin sentirme juzgada. No es que me la pase desnudándome frente a todo el mundo ¿Sabes? Lo del río fue especial.

–Qué grato, me gusta escucharte decir esas cosas; me gusta que seas sincera conmigo. Si quieres que sea sincera, espero realmente que esa no sea la única vez que te va desnuda– 

Y ahí morí. 

Lunes complacienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora