Capítulo único

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De nuevo llegaba tarde. De nuevo la profesora lo observaba con desaprobación.

-Jeon, el horario de clases está para cumplirse. Ya es la quinta vez que llega tarde.

Jungkook murmuró un suave disculpe aunque en su interior se moría de ganas por responder que no era su culpa quedarse dormido, sino del nuevo videojuego que había salido y era muy adictivo. Bueno, quizás era un poco culpable por no tener auto control.

Tuvo que sentarse en los primeros asientos ya que el suyo estaba ocupado; no podía creer que luego de seis meses sus compañeros aún no sabían que el último asiento al lado de la ventana era suyo.

La profesora no espero a que se acomodara en su asiento y siguió hablando sobre como el Partenón armonizaba la solidez y sobriedad del orden dórico con la delicadeza y elegancia del orden jónico.

Jungkook sacó con rapidez sus cuadernos para empezar a tomar apuntes. Odiaba las clases de historia; la profesora no solía dar material de estudio, era del tipo de hablar mucho y escribir en la pizarra todo el tiempo. Si no te gustaba tomar notas y escribir a mil por hora... estabas en problemas.

-Mierda -susurró revolviendo en el interior de su bolso-. Esto no puede ser posible, joder.

Levantó su cabeza mirando al techo. Entre el apuro de no llegar tarde se había olvidado de guardar su cartuchera. Se dio un par de golpes mentales, porque eso significaba hacer algo que él odiaba demasiado: interactuar con sus compañeros.

No podía perder más tiempo, la profesora seguía hablando como un loro sobre fustes, metopas, bajorrelieves y demás cosas que no entendía.

Tocó el hombro del chico que estaba sentado frente a él, quizás un poco tosco, pero eso no le preocupaba en ese momento. Apenas su compañero se volteó, sin decir hola ni nada, fue directo al grano.

-Tienes un lápiz para prestarme... por favor.

Jungkook podría ser algo bruto, pero aún conservaba un mínimo de buenos modales.

El chico cambió su cara de sorpresa por una calurosa sonrisa.

-¡Claro!

Se volteó y comenzó a escarbar en su cartuchera hasta que localizó un lápiz entre todos los útiles que tenía. Con lo misma sonrisa de antes se lo entregó.

-Gracias... -mierda pensó, no se acordaba el nombre del chico, a pesar de ya estar a mitad del año sólo se sabía algunos nombres.

Esto ya se había puesto incómodo. Podía sentir el calor en sus mejillas, su compañero iba a pensar que era un descortés; pedirle algo y no saber su nombre, Jungkook seguro se molestaría si eso le pasaba. Sin embargo, el chico sonrió de nuevo, con la diferencia de que esta vez sus ojos habían desaparecido por completo. Jungkook comenzó a pensar que a este niño se le daba bien sonreír.

-Jimin. -fue lo último que dijo antes de darse la vuelta y seguir tomando nota, cosa que Jungkook imitó.

Al finalizar la hora, Jungkook largó un pesado suspiro. Su mano dolía por tanto escribir por lo cual comenzó a darse pequeños masajes en la zona adolorida.

En el recreo se vio con su amigo, que iba a la otra clase, y le pidió prestado un bolígrafo. Regresó al salón para devolverle el lápiz a Jimin pero se dio cuenta que no estaba, por lo que se sentó en su asiento a echarse una pequeña siesta.

Cuando sonó el timbre, indicando el inicio de la próxima clase, Jungkook estiró su cuerpo para eliminar todo rastro de pereza en él. Al abrir los ojos se encontró con la pequeña espalda de Jimin frente a él. Tocó su hombro, esta vez con más cuidado que la anterior.

Partenón + jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora