Erase una vez, una niña que soñaba con ser mariposa. Soñaba con tener alas, poder volar por los cielos y posarse en los pétalos de las flores. Pero más que nada quería sus bellos colores. Soñaba que todas las personas la miraran y quisieran ser como ella, que la admiraran y envidiaran. Todas las noches le pedía a las estrellas que la convirtieran en mariposa y así dormía ilusionada toda la noche esperando despertar con alas. Pero cada mañana amanecía desilusionada y sin sus alas.
Una mañana, al despertar nuevamente sin alas, bajo molesta a la cocina donde estaba su madre preparando el desayuno. Corrió la silla haciendo un agudo sonido y se sentó cruzando los brazos y frunciendo los labios.
—¿Qué paso cariño?—pregunto la madre preocupada.
—No tengo—respondió abriendo apenas la boca.
—¿No tienes qué?
—Mis alas.
—¿Alas? ¿Qué alas?—pregunto confundida.
—¡Mis alas de mariposa!
—¿Alas de mariposa? ¿Por qué tendrías alas de mariposas?—preguntó divertida.
—Porque se las he pedido a las estrellas toda este tiempo y nunca me las traen—le respondió.
—Oh cariño— se acerco y se acunclillo al costado de su hija—, ¿por qué las quieres?
—Para ser especial. A las niñas de mis clases siempre las miran y le dicen lo lindas e inteligentes que son. Ellos son lindas, tienen cosas lindas y todo eso. Si yo tuviera alas de mariposa las personas me admirarían y me querrían como a ellas, por eso las quiero.
La madre miro un momento a su hija, quien tenía lágrimas en los ojos y un puchero en la boca.
—Vida, ¿sabes? Yo sí veo unas alas en tu espalda.
—¿En serio? ¿Dónde? ¿Dónde?—pregunto agitada tratando de mirar su espalda—. ¡No es cierto! No tengo nada—le dijo molesta.
—Tienes alas... pero tú no las puedes ver, lo que hace que sean alas de mariposas.
—¿Por qué? No entiendo.
—Las mariposas no pueden ver sus propias alas. Ellas pasan su vida apreciando las bellas alas de las demás mariposas pero no las suyas, sintiéndose menos especiales y poco apreciadas, como tú. Ves la belleza de las demás niñas y no la propia, como una mariposa, pero te aseguro que hay muchas personas, incluso esas niñas, que te admiran y que quisieran ser igual de lindas que tú. Así que no te preocupes más por eso, que las estrellas ya cumplieron tu deseo.
Se quedaron en silencio un momento. La niña pensaba en lo que su mamá le acababa de decir. Si era verdad lo que le había dicho, su pedido había sido escuchado y era una mariposa.
La niña sonrió y abrazo a su madre, sintiéndose diferente, sintiéndose mejor consigo misma. Ese día sintió que ya no era una niña común, sino una mariposa.