El viejo hotel de la montaña
Un grupo de amigos acostumbraba todos los años a viajar a una zona nevada para poder practicar su deporte favorito que era el esquí. El caso es que este año no quedaban plazas libres en el hotel donde acostumbraban a alojarse, por lo que tuvieron que buscar otro en las proximidades y que no se saliese de su presupuesto.
Finalmente encontraron uno que era bastante viejo pero que sin duda alguna servía para lo que necesitaban, puesto que tampoco iban a pasar más de cuatro días en el lugar. Ya desde el primer día se arrepintieron de haber entrado a este hotel, ya que en varias habitaciones se celebraban fiestas a altas horas de la noche y eso les impedía descansar bien para poder tener energías al día siguiente.
Finalmente decidieron quejarse en recepción, pero no parecía que les hiciesen demasiado caso. El personal acababa subiendo a ver qué era lo que pasaba pero ni siquiera entraban en las habitaciones. Además, siempre que subían el silencio inundaba todos los pasillos del hotel.
Los días fueron transcurriendo de este modo pero lo curioso es que nunca vieron a nadie entrar ni salir de esas habitaciones. Llamaban a la puerta pero nadie abría. Un día, cuando el botones entró a una de las habitaciones decidieron agazaparse y acercarse para ver qué era lo que había en su interior. Cuál fue su sorpresa cuando, pese a haber un ruido ensordecedor, la habitación estaba completamente vacía. ¿Qué era ese ruido?, ¿De dónde venía?...
María y la picadura de mosquito
María era una niña pequeña muy vivaracha y que se llevaba fenomenal con toda la gente del pueblo. Lo cierto es que se trataba de un pueblo bastante pequeño por lo que apenas había niños, y María era una de las que más destacaba de entre todos.
El caso es que fue pasando el tiempo y María siempre iba correteando para arriba y para abajo por las calles, saludando a todos los vecinos y entreteniéndose por el campo con los pájaros y con cualquier bicho que encontraba.
Un día, María salió para hacer su paseo habitual pero sus padres se empezaron a preocupar porque empezaba a anochecer y todavía María no había llegado. Fue por ello que decidieron salir en su búsqueda. Finalmente consiguieron encontrarla en una zona del bosque, pero la pequeña no hablaba, como si hubiese recibido un susto.
Enseguida se dirigieron de nuevo a casa y pudieron ver en su brazo varias picaduras de lo que parecía ser un mosquito. En principio no le dieron importancia y pensaron que simplemente se asustó por haberse perdido, pero que al día siguiente estaría mejor.
El caso es que pasaron las 12 de la noche y toda la familia se había acostado, toda la familia menos María, cuyos ojos brillaban en la oscuridad pero todavía nadie lo sabía. Se levantó de su cama y con el rostro inexpresivo entró en la habitación de sus padres en la que sería su última noche. Poco a poco y día tras día, fue visitando la casa de cada uno de sus vecinos hasta que los pocos que quedaron en el pueblo decidieron abandonarlo.
La última broma de Antonio y Juan
Antonio y Juan siempre habían sido muy buenos chicos, pero también muy inconscientes. Cada vez que salían juntos, siempre acababan haciendo alguna pequeña gamberrada o dando algún susto a alguien.
Es por ello que finalmente consiguieron ganarse el apodo de los bromistas, aunque la gente les seguía teniendo un cierto aprecio, pero también era cierto que cada vez que los veía llegar preferían apartarse para evitar acabar siendo el blanco de sus burlas.
Hacía ya bastante tiempo que no se pasan por el pueblo y la verdad es que fueron bastante bien recibidos, aunque todos sabían que tarde o temprano iban a hacer alguna de las suyas, por lo que ya estaban preparados.
Fueron pasando los días y no parecía que tuviesen nada preparado, pero a sus vecinos no los podían engañar. Era sábado por la noche y ya había entrado mucho la noche. Por el camino entre los pueblos siempre iban andando varios jóvenes que pasaban de un pueblo a otro para divertirse y ver a sus amigos.
De repente, mientras un grupo de amigos iba andando por el camino, en ese momento pasó un vehículo y con las luces alumbró dos personas que yacian tendidas en un árbol. La primera sensación de los jóvenes fue asustarse ya que pensaba que se trataba de algo real, pero enseguida se dieron cuenta de que se trataba de Juan y Antonio por lo que se rieron y siguieron adelante.
Esto fue ocurriendo con todos y cada uno de los jóvenes que pasaban por el sitio, pero al día siguiente, cuando se levantaron, todo el pueblo estaba agitado... Al final no se trataba de una broma, y es cierto que alguien los puso ahí deliberadamente para burlarse del pueblo.