Dos vidas separadas se unien sin saber quién es quién. Un empresario, un ex universitario tienen que convivir en el mismo entorno gracias a problemas familiares que el más pequeño no supo lidiar.
Sucesos repentinos, noticias conflictivas e import...
A veces, el dinero puede hacer feliz a una persona. Quizá a muchas, y a la mayoría. Porque vamos, dejemos de mentir, mayor parte de la población deja vivo su palabra de ''el dinero no hace la felicidad'', sin embargo, quizá, solo para verse como una buena ''persona''. El dinero es de mucha ayuda, el dinero resuelve nuestros problemas y hasta a personas avariciosas le importa un comino tener personas que lo quieran. El dinero es su mejor amigo, su esposo, su amante.
Todas las miradas, todo lo que se podría decir, envidia, avaricia, estaba entorno al prodigioso Oh Se Hun, o en su efecto, Sehun y ya. Era admirado por su esfuerzo en sacar adelante la gran compañía, una de la más conocida en Seoul, Study and Design/.
Pero, como decía y vuelvo a repetir, para qué mentir, si aquella compañía había estado de pie gracias a sus padres que ahora yacían de un lujoso viaje y ahora quien estaba a cargo era el ''niño mimado'', si así se le podría llamar.
En donde valientes empleados dejaban su vida en un estudio, en el cual se sentaban en su bien diseñada oficina individual, nada menos para los que demostraban su trabajo y su gran esfuerzo en él, mientras que los otros, lo único que separaban sus escritorios de los demás, era una pequeña pared, por la mitad y diseñada de débil porcelana.
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Su respiración poco a poco se escaseaba, o así lo sentía. Sentía como su corazón se desgarraba con cada paso que daba saliendo del hospital, y es que, aún no lograba creerlo y no entendía, no entendía como es que todo se derrumbó en un segundo y en como su vida cambió. En donde no sabía nada que hacer y en lo menos que pensaba era en su futuro, quizá hasta pensó que todo quedaría ahí. Un chico que acaba de cumplir la mayoría de edad y que ahora, se quedaba sin madre. Sus ojos estaban cristalizados, y tanto que no podría observar con claridad el camino por donde iba, y no es como si eso le importara, realmente.
Se había quedado solo en el mundo, (sin decir que su padre no se preocupaba por él).
ー¿Ho...hola? ーE intentaba que su voz no se quebrara al contestar el celular, en medio de una calle completamente solitaria y a oscuras en donde lo único que alumbraba, era la lunaー. ¡No! ¿Acaso estás loco? ーY arrepintiéndose de la expresión, alejó de su odio el objeto electrónico antes de escuchar el grito grueso de aquel señor que podría y no sabía si llamar, padre.
Por suerte no tiraba al piso aquel gran celular. Era lo único que necesitaba y tenía para continuar con...
No, sus estudios se fueron a la mierda.
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No sabía exactamente cómo reaccionar a aquella noticia. Se suponía que esos tres meses o dos, si bien, serían perfectos para Sehun y para su hermano. O excluyéndolo a él, porque era como si no viviera en esa casa. Vivía solo el rubio, en esa gran mansión.
¿Cómo podría, por decirlo así, mantener a un niñato que irrumpía en su casa? Ahora tendría que lidiar con el trabajo y con un completo desconocido.
