Prologo

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Una joven chica salió de la última clase de catecismo, era de noche y tenía frio en sus piernas a pesar de llevar una falda cuatro centímetros arriba de sus talones y medias debajo. El viento áspero resoplaba movía su fleco y secaba más sus labios, reviso sus bolsos, le faltaba poco efectivo para volver en autobús a casa; suspiro. Caminando por las aterradoras calles oscuras miro al cielo con sus inocentes ojos celestes preguntándose porque no trajo su bicicleta. Un susurro diciendo su nombre la saco de sus pensamientos, miro atrás, solo era un callejón oscuro y silencioso, vacío; observo unos segundos, pero se produjo un ruido cerca de los depósitos de basura. La joven chica se quedó inmóvil, una lata giro frente a ella en el piso proviniendo del ruido.

Sus labios temblaron un poco, y sus manos sudaron. Acomodo sus lentes y siguió su camino a casa mientras se decía asimismo que era un gato merodeando por comida en la basura, pero a pesar de siquiera intentar creerlo era consciente de que los gatos no susurran nombres de personas. A merced de aquella aterradora noche, solo se escuchaba el viento, los arboles moviéndose, las hojas secas chocando en el suelo, y sus pasos que extrañamente se sumaron, alguien caminaba tras ella; se sentía tensa, ¿estaba siento víctima de su paranoia? Intento tomar atajos, pero, aun así, seguía escuchando sus pasos, y los de otra persona, también escuchaba una respiración pesada, como la de un perro, sentía escalofríos en la espalda, "Tal vez esto es producto de mi imaginación" se dijo.

Sus ojos inocentes se dilataron al percatarse ver una sombra más que la suya, más cerca de lo que imaginaba. Su corazón latía con rapidez, alguien la seguía. Aumentando su pulso paro en seco al sentir como alguien respiro tan cerca de ella que su cabello se movió y sus anteojos salieron volando. Recogió sus anteojos y se dio cuenta de que nadie estaba detrás de ella, al menos eso pensaba. "La sombra..." susurro.

Miro alrededor asegurándose de que nadie le esté jugando una broma he intentado buscar una explicación de lo sucedido. Alzo la vista y vio un grafiti "El viene por ti" pensó por un minuto si tenía que ver con lo sucedido, pero la joven sacudió su cabeza, ¿Por qué se producía miedo así misma? Sin llegar a una conclusión lógica de lo sucedido siguió caminando; con su mano se aferró a su crucifijo colgado en su pecho con fe. Rezaba en su mente mientras caminaba, pero nuevamente unos pasos intentaban sincronizarse con los de ella. Ella no entendía porque su paranoia la llevaba a esto. Molesta y decidida, paro de caminar, los pasos tras ella pararon unos segundos después, y una vez más volteo atrás, sus ojos se abrieron.

Su peor error en su vida fue atreverse a enfrentar sus miedos.

Sus rezos se convirtieron en un sollozo ahogado, y su inocencia la condeno. 

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