Labios Rotos

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Dedicado a mi senpai JohanAndersenGx , a quién agradezco profundamente por todo su apoyo desde hace ya algún tiempo, además de sus bellas historias que él comparte con nosotros.

* * *

Esta historia se desarrolla en un colegio japonés de lo más normal, inclusive en ocasiones monótono y fuera de lo extraordinario, sin embargo, lo que le hace resaltar del resto de miles de escuelas niponas es que ésta posee a los dos alumnos más extraños que alguien se pudiese imaginar.

Sus nombres son Haou y Jehu, respectivamente.

El primero, apodado por sus compañeros "El rey supremo del mal", era simplemente una rareza andante, en todo el sentido de la palabra. De cabellos cafés, piel morena y unos intimidantes orbes oro.
Era un estudiante de excelencia académica exquisita, sin embargo, también era despiadado con sus compañeros y un completo antisocial.

Y por otro lado tenemos al famoso Jehu; un experto en deportes y todo lo que relacionase a las matemáticas. Un chico de lo más extrovertido con su grupo social. Destacaba entre todos no sólo por su raro tono capilar color aqua oscuro y sus ojos ámbar, sino por su bien formado cuerpo que era un poco fornido.

Ambos tan diferentes, pero con una sola vertiente en común: Su ferviente odio hacia su contraparte.

¿Y cómo es que este odio nació?
La respuesta es irrelevante.

Y ahí teníamos nuevamente a este par de animales en un lunes primero del mes, es decir, sinónimo de exámenes parciales.

El día perfecto para demostrar lo patético que era el otro en cuanto al ámbito académico.

Las pruebas fueron entregadas apenas estuvieron todos los estudiantes en el aula, y no pasó mucho para que Haou y Jehu hicieran derrapar su lápiz al ritmo de las respuestas de aquel examen de trigonometría avanzada.

El primero en terminar, después de tan sólo 10 minutos de examen, fue Haou, quien victorioso y a la vez retador, miró a Jehu, quien tenía unas cuantas dificultades con una pregunta.

El profesor le indicó al castaño salir un momento y volver dentro de una hora exactamente, pues le daría los resultados de su prueba.

Indiferente, el llamado Rey supremo, salió sin aparente rumbo fijo mientras que su rival le veía salir sin voltear a verle.

|•POV de Jehu•|

A dos minutos más tarde de que ese maldito de Haou terminara, por fin pude entregar mi examen.

Obviamente ambos deslumbramos al profesor, pues, como en cada aplicación de exámenes parciales, aquel sujeto y yo éramos los primeros en terminar y con unos excelentes resultados.

Apenas entregue aquellas hojas de papel y me fui a buscar al inútil de Haou. Quería un poco de pelea mientras esperaba por mi resultado, que obvio sería el mejor de la clase, y no iba a esperar a la salida.

Caminé hacia el comedor pero no encontré a mi víctima. Recorrí con la mirada los pasillos, los salones vacíos y también el jardín, pero no había prueba alguna de aquel desgraciado.

Por último, me encontraba ya frente al gimnasio, sin embargo, desistí de aquella idea al recordar que Haou odia los deportes como pasatiempo.

Estaba a punto de darme media vuelta para ir a buscarle en otro lado, hasta que reconocí un molesto timbre de voz.

—Ya, Jun, no fue demasiado.

Obviamente era la voz de mi rival, pero... ¿Acaso dijo Jun?

No hablara enserio.

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