28 de abril.

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Estaba mirando una vidriera, algunos chicos venían corriendo para ver a las mascotas, insistían en que adopten una pero sus mamás se negaban, como en mi infancia. Otros salían riendo diciendo miles de nombres para ponerle y luego estaba yo, donde me moría por tener un gatito y ahí estaba ella, como lo había soñado, blanca con ojos celestes tratando de subirse al cristal en el que se encontraba.

Y ahora se encontraba en mi departamento, durmiendo en su frazada y yo observándola como una niña chiquita feliz. Alaska va a ser mi nueva compañera.

Recuerdos del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora