Tras bambalinas
- Estás bellísima Candy – confesó él cuando tomó la mano de su bella novia y le besó el dorso.
- Gracias – susurró sonrojándose.
- Gracias Albert, la cuidaré como a mí mismo – le prometió al rubio.
- Eso espero Terry, ya lo veremos – dijo este sonriendo.
- ¡Papá, tranquilízate! – le advirtió.
- ¡Qué simpático suegro! - le reclamó el castaño.
- Podemos seguir la ceremonia – pidió el padre.
- Ah sí, sí por supuesto – Terry se puso serio.
- Un momento padre, Terry ¿cómo hiciste esto? Le susurró su novia.
- Luego te explico Candy, el padre no puede estar aquí todo el día, tiene una celebración en dos horas – le explicó mientras el padre lo reprendía adustamente.
- Ah sí, por supuesto – dijo ella escondiendo la mirada y acomodándose en la silla.
La ceremonia siguió tranquilamente, fue muy emotiva, los contrayentes sellaron con un beso sencillo y a la vez amoroso por más de un minuto, mientras los invitados aplaudían, después firmaron el libro de actas y se tomaron de la mano para caminar hacia la salida. No cabían de felicidad, cuando salieron los recibió una lluvia de burbujas que salía de los bastones de los invitados y una de flores blancas, combinación de narcisos y rosas, pétalos aromáticos y en gran cantidad.
Cuando pasó el momento de la objeción, Elisa tenía varias ideas para interrumpir, pero Albert se acercó a ella oportunamente.
- Ni se te ocurra Elisa – le dijo rápidamente.
- Pero tío, sabes lo que representa la tiara que Candice lleva en la cabeza – cuestionó Elisa envidiosa. Cambiará de duquesa de Grandchester a otro escalafón y no puede ser más que yo – protestó zafándose de la mano de su tío.
- Ven acá Elisa – la tomó rápidamente sin que los demás se dieran cuenta.
- Pero tío... - protestó nuevamente cuando vio que él le había tapado la boca para que no hiciera un escándalo.
- Elisa... Shara y John vengan conmigo y tú también Niel – les ordenó en apenas un susurro.
- Si William – dijeron obedeciendo y caminando detrás suyo.
- ¡Suéltame tío, ya! – gritó Elisa.
- Te ordenó que guardes silencio, es una boda ¿lo recuerdas? – dijo él sin más.
- Sí lo sé, iba interrumpirla, pero ¿qué es lo que pretendes? – preguntó ella bruscamente.
- ¡Elisa, te ordeno que te calles! – ordenó John.
- Papá, lo vas a permitir, esa... - se detuvo cuando Albert la tomó de la mano y la hizo girar hacia sí.
- No te atrevas a ensuciar a mi hija por tu actitud Elisa – le advirtió.
- Pero ¿por qué la defiendes? – protestó ella.
- Porque es mi hija y no voy a permitir que le faltes al respeto – le informó a una muy enojada Elisa.
- Es una arribista, esa Candice se está casando por las leyes británicas con él, con el duque de Grandchester y a mi tío le conviene ese trato no es así, que les va a dar él – era un hecho, Elisa se había atrevido.
ESTÁS LEYENDO
La dama del retrato
RomanceESTA HISTORIA COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL SON DE MI TOTAL AUTORIA, NO DE DOMINIO PUBLICO COMO ESTA ESTIPULADO, SI HAY ALGUNA DUDA, PUEDEN CONTACTARME Él se ha quedado prendado de un retrato en una exposición en el Museo Metropolitano, la belle...