La cosa silenciosa

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La cosa silenciosa


La noche estaba ya avanzada.
Era más cálida de lo que cualquiera se pudiese imaginar. Y hasta cierto punto, era desconcertante. La cálida brisa movía las copas de los arboles, y las hojas al rozar unas con otras, daban como resultado una extraña melodía. Carecía de ritmo, y carecía de sincronización, y lo único que hacia, era hacer que la noche se volviera más extraña, obscura y misteriosa de lo que ya era.

En una casa de dos plantas, en la que una familia vivía, todos dormían tranquilamente.
O al menos la mayoría...

Gabriel se encontraba en su cuarto, despertó poco a poco y se incorporó lentamente. Creía haber oído algo. Pero al parecer no era nada.
Empezó a cubrirse de nuevo con todas las cobijas que tenía su cama cuando se percato de algo que le helo la sangre.
En su ventana, una ves más, estaba ahí. La cosa silenciosa. Gabriel no sabía lo que era. Nunca lo supo. Le llamó de esa forma, porque en más de una ocasión, esa cosa entraba en completo silencio a su habitación. Y hacía las cosas que un niño de 9 años no se podría imaginar nunca.

Pero ahí estaba. Una ves más. Gabriel le miró atentamente, como si esperara el momento adecuado para salir corriendo y decirle a su madre y a su padre que la cosa silenciosa estaba ahí. Una ves más. Pero no, solo le miró, y lo siguió mirando.
10 segundos.
20 segundos.
45 segundos.
1 minuto.
Y el tiempo siguió transcurriendo lentamente. A pesar de que la casa se encontraba en un silencio casi muerto, de pronto Gabriel creyó haber escuchado un reloj. Creyó haber escuchado el lento y perturbador tic, tac, de un reloj, creyó sentirlo justo a su lado, sentía el tic, tac, cada vez más cerca de el, tic, tac, una y otra ves, tic, tac.
De pronto, en la mente de Gabriel transcurrieron algunos recuerdos, se recordaba a él, corriendo hacía su madre y su padre, para decirles que alguien estaba fuera de su ventana. Recordó como su padre, le decía con un desgano y enojo inconfundible "fue sólo un sueño, no viste nada. Ahí afuera no hay nada."
Pero Gabriel sabía que esa respuesta en verdad quería decir: "¡Cierra esa puta boca de estiércol que tienes y lárgate a tu habitación, no quiero que vuelvas a molestarme a estas horas!"
Talvez no con las mismas palabras.
Pero su tono, y las formas en las que siempre se comportaba con él lo dijo todo. Su forma en la que se expresaba, le demostraba que, si no fuera por él, su padre ya se habría ido, dejando a su madre sola. De la misma forma en al que lo había echo con otras mujeres.
Pero la llegada de la noticia de que un bebé estaba por nacer, le dejo sin escapatoria.
Talvez si se lo hubiesen dicho cuando solo tenía unas semanas, se hubiera podido ir.
Pero, cuando solo faltabas 3 meses, y el fue prácticamente el ultimo en enterarse, acabó con sus esperanzas, y tuvo que quedarse, soportando una inexperiencia, y una inocencia, que, hasta cierto punto, le era incomodo, y sobre todo, molesto.

Por eso sólo le miró.
Por eso sólo se quedó ahí. Sin saber como reaccionar.
Ya habían pasado dos semanas, y el prolongado tiempo que se había ausentado, le hizo creer a Gabriel que la cosa silenciosa se había encontrado una nueva víctima, pero al parecer no era así.
Porque, a pesar de no haber estado detrás de esa ventana por más de dos semanas, término por volver.
Y Gabriel, una ves más, se quedó petrificado ante la escabrosa silueta de la cosa silenciosa.

No podía correr y gritar a sus padres que la cosa silenciosa había vuelto. Porque no le creerían.
Y porque de nuevo, su padre daría esa contestación: "fue sólo un sueño, no viste nada. Ahí afuera no hay nada."
La razón era obvia, tan obvia para él, a pesar de su edad, era obvio. Pero no para su madre, que a pesar de todo seguía sin poder enterarse por si misma, que su esposo en realidad no la quería, y solo seguía ahí por el niño, que a pesar de todo, nunca iba a querer, y que lo único que sentía por él, era repulsión, odio, sentía todo lo que tal ves no debería sentir, que si por él fuera, ya habría matado a ese niño. Con el fin de poder ser "libre" una ves más. Poder "vivir de la vida" de la manera en la que en realidad se debe vivir, o eso según lo que Gabriel había llegado a escuchar de sus conversaciones con sus amigos. Así que solo siguió ahí.
Viendo a la cosa silenciosa.

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