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Ahora que ya hemos comido algo, - cambió de tema Cole mientras se levantaba de la mesa y se dirigía a la cocina - ¿te molestaría decirme para qué deseas hablar con el Payaso?

Malcom se irguió como lo hacía su madre y adquirió una expresión seria, casi lúgubre. Explicó los acontecimientos que lo llevaron hasta la Ciudad. Sintió una oleada de ira recorrer su cuerpo al recordar la conversación con el General Jeremías Ironwill, pero respiró y relajó sus músculos, decidiendo no prestar atención a esa emoción.

- Ahora ustedes, - siguió Malcom - la Ciudad, son nuestra única opción. Los Aureanos y los Tecnópatas están muy lejos, arriesgaría mucho tiempo y no estoy seguro de recibir su ayuda. Ya llevamos mucho encierro, las raciones y el agua ya deben escasear.  Por eso necesito hablar con el Payaso, para evitar la muerte de Rhor.

Cole permanecía silente. Malcom lo miraba atento. El silencio llenaba la habitación como un trueno.

- Ya entiendo, - dijo el hombre con una mirada profunda y pensativa - eso explica tu corte de pelo y tu implante. Tu misión es bastante seria, muchacho, te reconoceré eso.

Malcom sintió un rayo de alivio al ver que alguien comprendía la importancia de su misión. Pero por sobre eso quería saber cómo Cole le ayudaría a llegar hasta el Payaso.

- No pareces sorprendido por nuestra situación - dijo. Cole se había llevado la mano a la barbilla en actitud pensativa mientras miraba fijamente a Malcom. Luego se reclinó en su asiento, con los brazos apoyados en la mesa mientras limpiaba sus muelas con su lengua.

- Antes de hablar sobre eso, - dijo Cole con una expresión de seriedad casi letal – debes estarte preguntando cómo supe que te habían practicado una hemiplastía gratuita.

Malcom asintió con la cabeza.

- Solo te diré que no lo hice solo, - dijo sonriendo - pertenezco a un grupo de personas, una orden si lo prefieres, nos dedicamos a luchar por las mentes pensantes de este desorden llamado sociedad. Verás, aunque inventen todos los medios de control mental imaginables y se usen sobre una población, cada cierto tiempo, surgen individuos que se rebelan espontáneamente. Gente que tiene en lo profundo de su ser la necesidad de usar su cerebro para un bien superior común. Nosotros los localizamos y tratamos de protegerlos del sistema.

Malcom asintió con la cabeza nuevamente.

- Aunque en tú caso no llegamos a tiempo, - añadió Cole - por lo general lo hacemos gracias a que tenemos las alarmas intervenidas.

- Me habría gustado que me hubiesen localizado a tiempo - dijo Malcom melancólico y tocando su cabeza calva y cicatrizada.

- No te apresures, amigo mío, de toda situación debes saber sacar provecho.

Malcom no supo cómo haría eso, así que no contestó nada.

- Hoy en día la cosecha de pensadores está escasa, - dijo Cole nostálgico - pero hubo un tiempo en que pensar en los demás estuvo en su apogeo. ¡Casi se forma una rebelión! Supongo que sabes cómo se fundó Rhor, sin embargo, siempre es bueno oír una historia desde un punto de vista distinta a la oficial ¿no?

Cole encendió una ramilla de incienso para ayudar a relajar el ambiente, luego abrió un cajón donde guardaba un lienzo que contenía un retrato de una mujer hecho en lápiz grafito, era un trabajo en proceso. Tomó un lápiz, lo pasó sobre el lienzo con la misma delicadeza con la cual solía tocar la piel de aquél antiguo amor suyo y procedió a contar la historia completa de fundación Rhor.


ENTRE BESTIAS - Parte I -  Hijo del Bermellón [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora