La maldita alarma no sonó. Debo apurarme o llegaré tarde al trabajo. Aunque, ahora que lo pienso, ¿para qué me voy a estresar? Me quedan 10 minutos aún para llegar. Puedo hacerlo. Además, llegar tarde una vez no afecta a nadie. Quizás pueda ir corriendo, así puedo aprovechar de hacer ejercicio. Quizás lo haga así toda la semana, pues el sábado comí de maravilla. Bueno, ya es hora de la ducha.
Que buena sensación queda después de la ducha. Voy a ver la hora en el reloj de péndulo que tengo en el pasillo. Qué lindo es. Creo que nunca me había parado a verlo. Va y viene. Va y viene. ¡Mierda! Estoy atrasado por cinco minutos. ¿Por qué no me desperté antes? Maldita alarma. No debería ir a trabajar hoy. Mi jefe debe estar aburrido de mí y mis atrasos. Pero tengo que hacerlo. Mejor me visto rápido y me voy. Es cierto, tenía pensado correr. Mejor lo dejo para la otra semana. Ya es la sexta semana seguida que digo eso. Menos mal, el bus ya viene.
Gracias al cielo hay un asiento vacío. Mi jefe me matará. Debo tener los días contados en la oficina. No debí pedir el turno de mañana si sabía que pasarían estas cosas. ¿Por qué siempre lo hago? Mejor pienso en otra cosa. Qué linda se ve la iglesia hoy. Mira cómo se mueve la campana. Es como el péndulo del reloj que tengo. El reloj de mi casa es en verdad bonito. No puedo creer que no le haya prestado atención a su belleza. En especial a su péndulo. Qué grato ver cómo va y viene. Va y viene. Oh, en este paradero me bajo.
- ¡Señor abra la puerta por favor!
Debo correr. Ya quiero ver la cara del jefe cuando vea que esta vez llegué cuatro minutos antes que ayer. Seguramente me felicitará. No pienso perder el tiempo en el ascensor, son solo seis pisos, mejor voy por la escalera.
- Buenos días jefe
- ¿Son estas horas de llegar?
- Jajaja lo siento, jefe. De todas formas, llegué cuatro minutos más temprano que ayer.
- No es chistoso. Debes aprender a llegar puntual. Por el atraso, ve a diseñar los afiches para la empresa.
- Lo siento mucho jefe. Voy de inmediato.
Pero que viejo más gruñón. ¿Acaso no nota que yo me esfuerzo para lograr un bien común? Gordo malagradecido. Creo que no hay nadie cerca. Pondré música para distraerme un poco. Pero qué relajante. Vaya sorpresa. Hay un reloj muy parecido al de mi casa aquí. Tiene el mismo péndulo de madera y hace el mismo ruido. Su vaivén me relaja.
- Caballero, no recuerdo haberle dado permiso para escuchar música en el trabajo.
- De verdad lo siento jefe.
- ¿Lo sientes? Es lo mismo que dices siempre, pero siempre te veo descansado y evitando el trabajo.
- Lo siento, jefe. No es a propósito.
¡Por favor, lárgate, viejo estúpido!
- No importa si es a propósito o no. Debes mejorar tu rendimiento.
- Lo sé, jefe. Lo haré.
¡Lárgate ahora!
- Más te vale. No sé qué estaba pensando cuando te di el trabajo.
¡Ya me tiene aburrido este viejo maldito! Ten un poco de esto malnacido. Disfruta ordenando esta pocilga después, tampoco olvides lavarte la sangre de la cara. Espera un momento. ¿Pero qué mierda acabo de hacer?
- Jefe, lo siento mucho, no sé qué me pasó.
- Aguarda ahí animal. Tendrás que hablar con mi abogado.
- Pero, jefe. Lo puedo explicar.
- Explícaselo al juez.
No puedo creer que le rompí la nariz al cerdo de mi jefe. No sé qué haré. Nadie me querrá dar trabajo con esto. Maldita sea. Ojalá pudiera volver, tal como lo hace el péndulo del reloj que va y viene a cada momento. Pero bueno, solo queda esperar la sentencia. Ojalá se apresuren, tengo ganas de salir de aquí. Ahí viene un tipo muy formal. Ojalá me deje salir de aquí.
- Buenas tardes, señor. Me dieron la instrucción de que lo dirija hacia su casa para...
Que ropa tan formal tiene ese hombre. Yo podría trabajar aquí. Se me vería muy bien ese traje, aparte de que se ve cómodo. Quizás la próxima semana...
- ¿Entendió?
- ¿Ah? Discúlpeme, ¿lo podría repetir?
- ¡Preste atención, caballero! Debo llevarlo a su casa para que saque pertenencias que necesite, para luego llevarlo a que lo internen.
- Ah. Por supuesto. No hay problema. Lo sigo.
Uff. Qué viaje más largo. Al fin en casita. Que mal que me tengan que llevar a internar. Bueno, ¿qué puedo necesitar? Medicamentos, mi máquina para afeitar, ropa interior... Espera. No volveré a ver al reloj por un tiempo. Lo veré antes de irme. No sé qué tiene, pero me encanta, en especial ese péndulo con su vaivén. No quiero irme de casa. Ojalá pudiera internarme aquí. ¿De qué estoy hablando? No serviría casi nada. Mejor me apresuro para que no sea peor. A ver, ¿qué más falta?
Esto es ridículo. Tendrán que esperar estos policías. Aquí está mi compañera larga y llena de hilachas.Listo, el nudo está firme. Ahora un último salto desde la cama y a dormir.
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Bueno, espero que les haya gustado. Me gustó escribirlo, pues refleja la realidad de muchas personas en el mundo. Gracias por su tiempo y atención.
Diego Meza.
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El péndulo.
Short StoryBueno, la idea de este cuento me nació de forma muy espontánea. Espero que les guste y lo comprendan.