(...) Rodé los ojos y me crucé de brazos, no había nada que hacer en este lugar. Sólo estoy aquí porque mi mejor amiga me había arrastrado, casi literalmente, a venir a "disfrutar un poco de la noche." Claro, mira cómo me divierto. ¡Ni siquiera se a dónde fue a parar!
Como me haya dejado sola, juro que... Agh.
Supuestamente, era una fiesta para celebrar el famoso Halloween. Ya saben: dulces, brujas, disfraces y un ocasional loco corriendo por la calle con la mitad de su ropa; pero a lo único que esta gente se estaba dedicando era a beber, a fumar y tener la estridente música a todo lo que daba. ¡Ni siquiera era buena música! No sé qué tanto se creen. La mayoría de nosotros sólo tiene 16 años, incluso menos. No era como si ahogarse en alcohol los hiciera ver más impresionantes e independientes, como ellos pensaban que se veían.
Como si el olor a hormonas y sudor en el aire no fuera suficiente.
Me aparté lo más que pude del bullicio y saqué mi celular del bolsillo. Sólo tenía que marcarle a mi padre y salvada. No hay nada mejor que quedarse en casa. Yo, mi flojera, una buena pizza y- ¿eh? Mierda, aquí no hay recepción. Lo que me faltaba. Gracias karma, eres el mejor.
Continué alejándome cada vez más, hasta casi adentrarme en el bosque, lo suficiente como para que el ruido de la fiesta se convirtiera en un murmullo, pero mis esfuerzos fueron en vano. Nada, ni una barrita.
¿A quien se le ocurrió hacer una fiesta en medio de la nada?
Apartando la vista del aparato, frustrada, alcé la cabeza y me quedé observando el cielo nocturno. Sonreí al ver la luna llena sobre mi, era tan hermosa.
Ah, bueno, si no me queda de otra que estar aquí más tiempo, por lo menos debería sacarle provecho.
Activé la linterna de mi celular para explorar un poco mi entorno.
Árboles de pino por todas partes -por supuesto-, una ocasional ardilla y el ulular de un búho haciendo eco en mis oídos. Nada demasiado llamativo, pero la tranquilidad casi total de un bosque oscuro y solitario empezó a inquietarme.
Este sitio es bastante tenebroso...
Cuando me disponía a regresar sobre mis pasos, capté por el rabillo del ojo un objeto que brillaba a lo lejos. Como siempre en este tipo de situaciones, la curiosidad le ganó al sentido común.
Eché un vistazo hacía atrás, donde se podían ver las luces de la fiesta y luego retomé mi camino, adentrándome cada vez más en el bosque, para encontrar aquello que tanto brillaba.
¡Al diablo con el sentido común!
A medida que caminaba, noté algo que no tenía nada que ver con lo que andaba buscando.
Ante mí, se alzaba una gran reja de hierro forjado, que parecía fusionarse con la vegetación del bosque. No tenía ningún decorado y no parecía haber nada más adelante que no fueran árboles. Tampoco parecía oxidado, de hecho, parecía nuevo y cuidado.
Uh... Que raro, ¿cómo es que no había visto esto antes? No es algo que pasa desapercibido tan facilmente.
Al llegar justo al frente de la reja, bajé la mirada y me arrodillé para tomar el objeto que tanto llamaba mi atención.