Capitulo 1: La pelirroja plateada.

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Era una tarde de invierno, en las calles de Liverpool del siglo XVIII.

De pronto la vi por mí ventana caminando con su vestido beige, su piel blanca, su cabello rojo y sus ojos grises; esos ojos que me vieron con ternura, curiosidad y a su vez, yo, sentí un gran fuego en mi corazón al contemplarla; era Lady Bantley.

Pero, no muchos la conocen, ni saben su origen ó de donde viene, lo único que se sabe es que reside en Londres, aun asi acostumbra a venir muy a menudo a Liverpool al cementerio local a caminar largo rato entre lápidas y criptas. ¿Estará buscando algo? ¿Habrá fallecido alguien importante para ella, pero aún no supera dicha perdida?, es extraño ya que, nunca se le ve triste ó deprimida, al contrario, siempre luce hermosa y coqueta.

Yo; James Oxford, la seguí un día común de niebla por la tarde, claro, se lo solicité a ella de manera caballerosa si la acompañaba, ella ya me conocía por mi familia; los Oxford y por supuesto porque tenía gran curiosidad de averiguar quién era el joven de 19 años, alto, de contextura un poco parecida a la de un atleta con ojos verdes y cabello oscuro que la vigilaba muy atrevidamente cada jueves por la tarde en su peregrinaje hacia el cementerio de Liverpool.

Aún así, yo estaba muy nervioso pues, era la primera vez en mi vida que cortejo a una mujer y más a una tan bella como Lady Bantley, su belleza radiante y ardiente quemaba mis entrañas conforme converso con ella, en nuestro viaje hacia el cementerio, más me interesa y más deseos de estar con ella crecen dentro de mí.

Una vez en el cementerio, le pregunté:
- ¿A quién vamos a visitar?.
-De decírtelo tendría que vivir por siempre para contártelo – me dijo ella.
Yo, algo intrigado por su manera de responderme coquetamente le contesté:
-Entonces, ¿venimos a visitar a alguien muy importante que estuvo a tu lado mucho tiempo? ¿Verdad?.
-Todos son de alguna manera importantes- dijo soltando un respiro largo- pero, solo vengo a recordar a los que me fueron de gran ayuda. – dijo con nostalgia.

De repente, un escalofrío recorre mi cuerpo mientras trato de comprender, en verdad estoy algo intrigado con saber que se trata de varios, ¿Será que gran parte de su familia murió? No lo sé, aún. Mis pensamientos entorno a esa pregunta revuelcan mi cabeza mientras ella sacaba un gran y bello ramo de rosas muy rojas, que tenía escondido en un rincón y empezó a depositar una a una, alternando de tumba conforme recorríamos el trillo de lapidas con diferentes nombres y apellidos, me siento excitado por saber el porqué lo hace si varias de estas tumbas datan hasta de muertos de hasta hace 150 años!.

Mi sobresalto es notado de inmediato por la belleza de Lady Bantley, quién se detiene en frente de la tumba más grande del lugar (la más antigua también) y deposita allí el resto del ramo de rosas.
-Tu corazón y tu alma no dejan que pienses con razón, ¿verdad, James?- dijo con preocupación.
-Disculpe ud mi Lady, quisiera saber de verdad el porqué ud acostumbra hacer esto todos los jueves- le dije confundido.

Una sonrisa y un semblante lleno de paz llenaron su rostro de ángel y acompañaron su respuesta:
-Pronto me iré Sir Oxford, y hoy será mi despedida.- me dijo con sus ojos llenos de brillo.
-para irme por fin debo confesarle algo muy intimo -continuó.
Mi corazón se acelera mientras de manera inusual mi deseo por ella aumento rápidamente, al igual que mi curiosidad por saber de que trataba su confesión y todo lo sucedido anteriormente.
-Puede confiar fielmente en este caballero recto y honesto señorita- le dije con seguridad y un tanto extrañado.
-¿Aceptaría ud ayudarme a continuar mi misión, a terminar lo que una vez comencé hace ya tres siglos atrás?- me mira con gran deseo y ardor en sus ojos seductores y atractivos, mi corazón no para de latir.
-La llama de mi corazón arde por usted desde hace tiempo Sr. Oxford, ¡Oh James!, por favor acepta ser mi huésped y te daré juventud, inmortalidad, ¡Poder! Y muchas otras cosas que nunca imaginarías ni con todos tus libros de aventuras que lees todos los días.

Reacciono asustado ante tal oferta y ante tantas cosas que pasan por mi mente que ella repite exactamente luego de haberlas visto, dentro de mi cabeza. ¿Cómo es esto posible? ¿Será que ella no es humana y pertenece a alguna legión ó a alguna secta?.

Mi curiosidad aumenta al igual que mis ganas de huir, pero su mirada penetrante y ardiente me seduce a seguir de pie congelado mirándola fijamente.

-Tienes unos ojos hermosos James, sé lo que piensas – me dice respirándome en mi cara.
-Te juro por mi poder que sabrás absolutamente todo una vez que hayas aceptado mi trato, vamos, acepta y te pasaremos el resto de los siglos... juntos!.
-¿Que clase de bruja eres? ¿y porqué Yo? y ¿Para qué quieres que sea tu huésped?- estas y mas preguntas le lancé mientras el sol se ponía y la oscuridad, lenta pero tenebrosamente empezaba a llegar junto con el frío y la brisa típica de esta zona de Inglaterra.

De pronto, ella me besó... mi primer beso, mi primera experiencia de este tipo; ardiente y húmedo. Cerré mi ojos para saborear mejor este elixir de pasión pero, una sensación extraña inunda mi cabeza y me transporta a otra época, a otro lugar, abrí mis ojos y estoy en lo que parece ser un camino cerca de Ucrania, lo sé por los bellos cerros y los ríos reconocidos en toda Europa, de la nada aparece una voz que
venia de una sombra masculina que me besó ardientemente, cerré mis ojos de nuevo, al abrirlos aparecí en medio del mar de Dinamarca a media mañana cerca de otro hombre y el mismo relato, una y otra vez cerraba mis ojos y al abrirlos estaba en otro lugar, en otro tiempo en el pasado y con otro hombre hasta que, logré observar entre las visiones borrosas un trono, sí, un trono de un rey de antaño y su majestad sentado en él y decía mi nombre mientras se ponía de pie, gritándome me maldecía... pero, en ese momento todo se desvaneció y como un eco logré escuchar la voz de aquel rey que decía: ¡...Lu ...!, no logré terminar de escucharlo todo pero al abrir mis ojos, estos estaban húmedos y al parecer había derramado lagrimas, muchas y mi cuerpo estaba frío.

-¡Necesito un huésped para encontrar a Lu y terminar con esto de una vez por todas! -me confiesa la Srta. Bantley mientras hablaba cómo si un orgasmo recién saliese de su cuerpo y se estaba reponiendo.
-Durante siglos lo he buscado para deshacerme de esta maldición y por fin... ¡por fin...!- me mira de nuevo, pero con compasión y tristeza me dijo:
-Acepta mi trato James, sola nunca podré encontrar a Lu, pero, estoy muy cerca de lograrlo, además, tú... eres descendiente de ellos, tu sangre es ¡pura y divina! – Me sorprendo ante tal información y a su vez un sentimiento interno me dice que debo hacer, lo que ella dice.
-Tú sangre más mi fuerza y mis poderes, son vitales para terminar con esta búsqueda, mis otros huéspedes sólo soportan no más de cincuenta años, por eso vengo a dejarles flores siempre aquí, aquí los enterré a todos ellos.

Miro atónito a cada una de las tumbas con flores y sé que logré a ver a cada uno de sus "huéspedes" dentro de mis visiones.

-Pero tú; James Oxford, heredero de sangre azul, tú vivirás siglos con mi ayuda y jamás envejecerás, jamás enfermarás, serás más fuerte que ahora, te haré vivir las mejores y más excitantes experiencias que nunca te has imaginado que existen, acepta mi trato de ser mi huésped a cambio de todo aquel placer que jamás te dará nadie mortal y cruza junto a mí el umbral de la inmortalidad y la eterna juventud. –me convence seductoramente y danzando mientras mi mente, mi cuerpo y mi sangre arden por aceptar.
-Únicamente necesito una gota de tu sangre y aceptar voluntariamente nuestro trato, y listo. Pero, solo hasta que el sol se ponga Sr. Oxford, la luz se va junto con mi propuesta – me advierte un tanto preocupada y desesperada.

Me alejo de ella caminando hacia una tumba cerca, cerca de ella había una vela ya gastada pero dentro de lo que parecía un vaso de cristal roto.
-Cierra los ojos- le dije mientras me acerqué a ella, con sus ojos cerrados le recorrí mi pulgar en sus labios, estos pasaron de rosados pálidos a rojo incandescente gracias a la sangre que salía de mi dedo por haberlo cortado con el vidrio del que se sostenía la vela, la besé profunda y ardientemente.

-Acepto... -susurré mientras terminaba de besarla.

Lágrimas salían de sus ojos y rodeaban su rostro lleno de gratitud y tristeza.
-Eres un tonto James Oxford –me dijo antes de que grandes sombras con figuras humanas nos cubrieran cómo niebla y logré verla caer al piso muerta de repente...
-Es tu turno, ya sabes que hacer James, no falles –me susurró su voz dentro de mi cabeza.

Todo quedó en sombras que se movían y danzaban mientras se besaban, se acariciaban haciendo gemidos de placer y respiraciones excitantes . . . de pronto, desperté en otra época y en otro lugar, esta vez...

Esta vez supe que es mi turno.

El Pecado de OxfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora