Capítulo 6

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—Tenemos que relajarnos y pensar positivo —aconsejó Maya mientras cambiaba sus zapatos deportivos por unas pantuflas.

—Tienes razón. Puedo exagerar las cosas y que todo resulte ser una simple broma.

—Así es.

Una alarma sonó e inundó cada pasillo y habitación del complejo. Maya y yo nos levantamos instantáneamente.

—¿Es la alarma contra incendios?

—Creo que sí. Tal vez es la broma de bienvenida. Saldré e iré a ver. Tú quédate aquí.

—¿Y si no es una broma?

—No hay personas gritando, Alice. Deja de ser tan exagerada.

Maya no permitió una protesta mía. Salió de la habitación y cerró la puerta detrás de ella. La alarma seguía sonando. No se trataba de una broma y no supe qué hacía esperando a Maya con un posible incendio en alguna parte del complejo.

Me asomé por la ventana y vi a casi todos los estudiantes evacuando el lugar. Tomé mis zapatos, los coloqué con suma rapidez y salí de la habitación. La alarma seguía sonando y las luces se habían vuelto rojas.

Los pasillos y las habitaciones estaban desoladas. El sistema de agua se activó. Seguí caminando trotando en cada paso que pudiese. Mi camino se vio interrumpido cuando un cuerpo me pegó contra la pared y una mano cubrió mi boca. Aún con el agua cayendo, pude identificar a Ethan.

—Shhh —ordenó, llevándose el dedo índice a los labios.

La alarma dejó de sonar y un silbido ocupó su lugar. Alguien paseaba por los pasillos mientras silvaba una canción desconocida para mí.

—Espérame aquí —dijo antes de marcharse. Desapareció a la vuelta del pasillo.

No iba a esperarlo. Seguí mi camino casi corriendo hasta que las luces se apagaron y el agua dejó de caer. Me quedé en medio de la oscuridad, asustada y arrepentida de haberme movido de aquel pasillo.

Enfrente de mí, una vela se encendió e iluminó la terrorífica presencia de un cobanno. Mi corazón latía más rápido de lo normal. Quería gritar el nombre de Ethan, o de Maya, pero no podía.

Acercó el alfiler a la iluminación de la vela. Supe inmediatamente a qué se refería.

—No —me limité a aclarar en voz alta. La vela se apagó y el pánico cundió todo mi ser. El pasillo se volvió a oscurecer. Di la media vuelta y las luces se encendieron de manera normal. Adler, Demián y yo, pegamos un grito al vernos—. ¡Mierda!

Volteé con la esperanza de ver al cobanno, pero este desapareció.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Adler.

—Lo mismo pregunto.

—Creíamos que era una broma. Hicieron lo mismo el año pasado —respondió Demián.

Una canción comenzó a sonar a través de las bocinas.

—¿The revivalists? Son mi grupo favorito —comentó Adler.

—Se volaron la barda este año —prosiguió Demián entre risas.

Sobre sus hombros, vi a un estudiante de piel morena arrastrarse por el pasillo. Dejaba un rastro de sangre en el suelo.

—¿Chicos? —avisé con terror.

—¡Ay carajo! —exclamó Adler.

Los tres nos echamos a correr al ritmo de Change. Dábamos vueltas en los pasillos y algún veces estuvimos a punto de caer por culpa de los charcos de agua. Los pasillos se volvieron eternos y la música le daba un toque extraño y divertido a la vez. Aunque ninguno de nosotros nos reíamos.

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