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Él muchacho de sombrero y traje se encontraba caminando por la bellas calles de México, danzando al son de los sonidos de los callejones mal iluminados.

Giraba su bastón de un lado a otro, arriba y abajo. Se quitaba su bombín, hacia una reverencia y lo ponía en su cabeza de nuevo para volver a bailar con la nada.

En eso paso una señorita, con su falda acorde a su cintura y piernas pero al querer tomar su mano esta solo logro atravesar la suya.

Entonces la felicidad acabo para el muchacho huesudo: No eres real.

Camino y camino hasta llegar a una plaza llena de personas, se sentó en un banco y se puso a pensar en lo miserable que es estar muerto.

Cada vez que trataba de tener algún contacto con alguien o algo su cuerpo solamente lograba atravesar el objeto o la persona.

Los catrines no pueden ser vistos por nadie a menos que estos vayan a morir pronto pero ellos vuelven a la vida solo una vez al año, el 2 de Noviembre: Día de muertos. Para el cual faltan algunos meses.

Vaya vida la suya, o bueno, muerte la suya. Sin duda, una pena muy fuerte para ser castigada con ser un "catrín".

Cree recordar llamarse "Mateo" y, por cree se refiere a que se hizo la idea de que ese era su nombre gracias a que todo era un recuerdo borroso, todo excepto esa noche . . . una noche obscura donde s encontró en el momento equivocado con la persona equivocada.

La madre del chico de 18 años de ojos verdosos se veía atrapada en el mundo de la prostitución, no por tener un buen cuerpo sino por controlar un establecimiento donde el sexo podía ser mas barato de lo habitual.

No entro en detalles, solo podemos decir que murió esa noche. Desgracia, ya que sus hermosos ojos esmeralda se tornaron negros cual obscuridad inunda el vacío, porque de eso estaban llenos, vacío.

Saco un cigarrillo, lo encendió y absorbió la mas que pudo, soltando el humo al segundo siguiente. Desde que tenia memoria había fumado, quizás había probado todos los cigarrillos del mundo ya que, para su corta edad viajo varias veces conociendo Tailandia, África y Argentina mas de una vez.

Su vista estaba centrada en todas las personas que rodeaban la plazuela de la ciudad, niños jugando, perros callejeros corriendo de un lado a otro, vendedores ambulantes y parejas caminando tomados de las manos.

Ciertamente, no sabia nada del amor, no tena idea ya que nunca pudo sentirlo de ninguna manera. Entre sus vagos recuerdos se encontraban las miles de veces que había podido tener relaciones sexuales con mujeres diferentes, sin duda mas de diez.

Lo que no puede ver es si alguna vez, por mas pequeña que sea, experimento que es amor. No se llenaba de novias y nunca las tuvo, prefería conservar solo buenos polvos para la noche de viernes y sábado.

En eso se ve interrumpido por una muchacha, joven, de unos 17 años calculo. Su cabellos es castaño claro al igual que sus ojos. Su cabello no era tan corto pero se encontraba rizado y atado en una coleta improvisada, que dejaba caer algunos mechones sobre sus orejas. Sus jeans estaban rotos de sus rodillas y los combinaban unas zapatillas que parecían blancas. Vestía una blusa negra de manga larga.

La lluvia se hizo presente en la ciudad y poco a poco las calles se comenzaron a vaciar pero a ella parecía no importarle tanto el hecho de estar mojada. Sus mejillas estaban algo rosadas y sus ojeras estaban manchados de gotas negras ya que su rímel se escurrió por estas al reaccionar contra las lagrimas que provenían de sus ojos.

El volvió a poner el cigarro sobre sus labios y sorbió igual que la primera vez, abrió despacio la boca y el humo salió de nuevo.

Devolvió la vista al frente, buscando a la chica triste con la mirada pero ella no estaba mas ahí. De la nada comenzó a oír sollozos a un lado de el y cuando voltio pudo observar a la muchacha con un sobre en sus manos, releyendo las líneas de la carta una y otra vez. Con una mano cubría su boca, evitando que su llanto sonara mas fuerte.

El catrín se levanto de ahí y fue detrás de ella, para observar que la tenia tan agobiada. Una vez leyó el documento, el cual era un estudio medico, se percato de la razón del drama.

Vaya, pobre mujer.

Ella desvió sus ojos a su hombro y de ahí a su espalda. Miro detenidamente al joven extrañada, tan solo se paro y se fue de ahí lo mas rápido que sus piernas le permitieron.

El se confundido mas de lo que ya estaba, ¿Por qué salió corriendo? No pudo haberlo notado . . . o tal vez si.



CatrinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora