Jessica

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Jessica brotó de su letargo. Contempló airada el conocimiento.

Estaba angustiada. Cansada de estar esperando. Sintió que su corazón, latiente y viviente, le suplicaba por algo. Aunque no sabía bien exactamente qué.

Bueno, sí que sabía. Estaba completamente segura. Consciente de lo que vendría.

Esperó. Sintió que el tiempo se detenía. Pero no, no estaba pasando. No pasaba lo que quería.

¿Por qué? ¿Por qué no existía la oportunidad de remediarlo? ¿De salirse? ¿Por qué? Tenía que hacer algo, aunque no estaba segura qué. ¿Quizás morir? Puede que sí. ¿Rendirse? No sería bueno. ¿Dejarse llevar? Era exactamente lo que estaba haciendo.

Lo que llevaba haciendo desde hacía mucho. O al menos, desde que se había graduado.

Había estudiado medicina. Diez largos años. Una década entera viviendo a marchas forzadas, a momentos largos y a sufrimientos eternos. Una experiencia constante que se extendía a cada momento y que la hacía sentir muchas cosas. Alguna vez (puede que sí) pensó que se rendiría. Y le sorprendió mucho no hacerlo.

¿Para qué? ¿Acaso no había estudiado tanto? No podía rendirse, ¿no? ¿O sí? Bueno, no lo hizo. Y ahora se arrepentía.

"No tengo nada..." pensó. "Nada que hacer. No tengo más"

Vivía lamentándose constantemente. Pensando en lo que había hecho y en lo que no. Ahora, muy tarde para todo, sentía que estaba golpeando al aire con un martillo, este derrumbándose entre sus manos.

Había vivido atada. Y, si bien le iba, seguiría así. De todos modos, era lo que le esperaba. Era su sueño, ¿no?

"¡Trabajarás de medico! ¿Acaso no estas emocionada?"

¿Debería? ¿Debería estar emocionada por el hecho de que seguiré siendo una esclava de mi éxito? Ya no podré disfrutar. Ya no podré salir. Quedaré abandonada a mis obligaciones. Me veré envuelta en lo que tanto deseé y no me gustará. Estoy segura de eso.

Entonces se preguntaba si de verdad había hecho lo correcto. No era algo que le sirviera de mucho, pero al fin y al cabo, era lo suyo.

"Lo que tanto he deseado..."


Esa mañana, cansada como estaba, se preparó para ir a su trabajo.

Tomó sus cosas, se vistió con sus scrubs favoritos y salió de la habitación. Pensando en lo que pasaría ese día.

Mientras iba en el tráfico, pensó en su felicidad. Recordó los momentos que había vivido en el último año. Estaba tan concentrada en ello, que por poco choca con un auto. Aunque luego, y por fortuna, esa preocupación desapareció del todo.

Lo pensó mucho. Aunque no sabía bien si era bueno lo que estaba haciendo. Creyó por un momento que toda esa distracción únicamente se aparecía para molestarla, pero luego se le pasaba, pues pensaba que todo era hermoso.

"Londres, Paris, Tokio, Pekín. Todo..."

Había recorrido el mundo entero. Acompañada de sus mejores amigos, exploró por varios meses los lugares que había soñado y que simplemente habían reposado en su memoria como sueños, como simples ideas.

Rememoró por completo todo. Desde el momento en que salieron de Guatemala hasta el momento en que pisaron la primera tierra. Todo, desde ese mismo instante, fue más que perfecto, tan pleno que no la dejó descansar sin pensarlo, sin quedarse a imaginar cada día los momentos que había vivido. Era una constante remembranza de situaciones y momentos mágicos, de ideas eternas que se iban incrementando cada día, pues no podía dejar de recordarlas todas, de mirarlas a los ojos.

El lugar donde todos convergenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora