Capítulo 5: Dulces Bultitos

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                           CAPÍTULO V

El viento huele a tierra mojada y se cuela en la abertura de mi abrigo como una atrevida caricia. Los  truenos son la música de la tarde y el cielo es un lienzo sombrío pintado en púrpura, gris y blanco.

Desde la orilla del río las cascadas  del drenaje lucen más altas y mortales y  el agua brama al caer sobre las piedras, produciendo una inmensa nube de polvo líquido. Salir con vida de allí y encontrar mi sombrero entre la arena me hace reconsiderar mi opinión sobre la suerte.

Svikari tiene magulladuras en la cara y su afeminado flequillo ahora está lleno de barro y esparcido en su frente como las patas de una araña. Tiene la estúpida expresión de horror de quien acaba de ver el culo dentado de la muerte. Y no lo culparía si  después del paseo que dimos llevara un peso extra en los pantalones. Lo bueno es que tiene aire en los pulmones y en nuestro caso eso es  lo más parecido a un milagro.

Regresamos a la mansión por el patio trasero y en el camino le echo un vistazo a los terrenos de la propiedad. A un costado del río hay un bosque de árboles grandes y frondosos  y más cerca de la casa, subiendo la colina, puede verse una gran extensión  sembrada de plantas muertas.

Varios policías uniformados, con impermeables y boinas negras, caminan en los alrededores revisando el terreno y enumerando la posible evidencia con banderines amarillos.

Uno de ellos se queda mirando absorto el torniquete en mi pierna y al darse cuenta de que lo estoy viendo, sonríe avergonzado y me hace un gesto de saludo tocándose la boina, luego  comienza a cercar la mansión con una cinta de contención roja en la que se lee: PELIGRO MATERIAL BIOLOGICO . El riesgo de cáncer, supongo, ahuyenta a los curiosos de manera más efectiva.

Llama mi atención el banderín que han puesto bajo la ventana rota de la habitación del crimen, así que  cruzo la cinta en esa dirección.

Los  trozos de vidrio de este lado superan en cantidad a los que vi cuando estuve dentro. Fue rota de adentro hacia afuera, pienso, probablemente por un florero que falló el blanco principal y fue a dar a la ventana. Descubro que me equivoco, no hay rastros del florero, pero  la hierba está aplanada y en ella se dibuja una sombra lo suficientemente grande para un cuerpo.

—Parece que alguien salió a jugar al aire libre —balbuceo.

Svikari se acerca y observa la nueva evidencia.

—¿Un sobreviviente? —Sugiere dudoso—. La ventana es muy alta.

—Quizá, pero no hay cuerpo y es mejor estar seguros —Sea lo que sea, no puedo averiguarlo yo, tengo que llegar al puerto lo más rápido posible. Hago un gesto al policía  que me saludó antes para que se acerque. Éste coloca el dispensador de cinta en el suelo y  camina hasta nosotros—. ¿El forense está en la habitación?

—Así es —responde el joven policía—. Ya se está haciendo el levantamiento de cuerpos y las experticias.

Veo hacia arriba. El marco de la ventana se ilumina de vez en cuando con el flash de la cámara del fotógrafo.  Entonces le digo al uniformado que informe al resto del equipo que hay tres víctimas más. Le hablo del pasaje secreto en la biblioteca, de las mazmorras y de cómo llegar al altar y, por último, le pido que reúna un grupo de hombres y busquen un posible sobreviviente.

***

Son las cuatro de la tarde. Es un sábado asqueroso, frío y tormentoso. Es un sábado sangriento. He visto a seis personas asesinadas en lo que va del día y aún no he desayunado. La paciencia de un hombre tiene su límite y el límite de la mía es tan pequeño como la tanga de una puta.

SATANIA-Nido de BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora