Parte Única

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Desde que tenia pleno uso de razón,  mis padres me recordaban diariamente que era especial. Nací con TDAH (Transtorno por déficit de atención con Hiperactividad) y eso es lo que me hace especial.

En la guardería me trataban normal, cómo a todo niño y me ponían la atención necesaria. Tenía amigos con los cuales jugaba y me divertía, todo normal y tranquilo.

En el kínder fue cuando empezaron los problemas, me empezaron a aislar de los demás niños y me castigaban por ser demasiado inquietó. Los niños ya no jugaban conmigo, no querían compartir mesa conmigo y mucho menos colorear conmigo.

Y ahí fue cuando empecé a tener pleno uso de razón. Mis padres me llevaron con un neurólogo y les dieron el diagnóstico de que yo tenía TDAH y un ligero retrasó de seis meses. Desde ese día todo se convirtió en un caos.

Mis familiares me veían con ojos de lástima, en la escuela nadie quería juntarse conmigo y mis papás no tenían una buena solvencia económica para todas mis terapias. Pero si creía que eso era lo peor, estaba totalmente equivocado, la escuela primaria fue todavía peor que el kínder.

Los maestros me gritaban y me decían que me comportará, pero yo no era conciente de muchas de las acciones que realizaba, todo lo hacía inconscientemente. Mis compañeros se burlaban de mi por no entender algunas cosas y ser demasiado inquietó, algunas veces hasta me golpeaban o me aventaban cosas.

Insultos cómo "burro" "tonto" "retrasado mental" "estúpido" "estas enfermo", se quedaron para siempre grabados en mi, son palabras que jamás se borran de tu memoria y te atormentan en días malos.

Tuve que cambiarme de escuela cuatro veces, en la cuarta acabé en una escuela que se especializada en niños con mi problema y donde los maestros eran competentes para enseñarme.

Los problemas de escuela se solucionaron, pero no los familiares y todo acabó mal. Mis padres se divorciaron y me quedé con mi padre por que mi madre no podía soportar una carga tan grande cómo era mi enfermedad. No la culpo, yo también algunas veces pensaba en dejarme fluir y desaparecer.

Fueron días duros, días que todavía no superó y todavía me falta para lograr superarlos. Pero agradezco enormemente a mi papá por quedarse conmigo y seguir dándome palabras de aliento para seguir adelante.

La escuela secundaria fue un poco, sólo un poco mejor, ya no había tantos insultos y los maestros eran más comprensibles. Las terapias me habían ayudado un montón y ya era menos inquietó, podía medir mis acciones y aprendía más rápido las cosas. En esa etapa de secundaria conocí a mi primer amigo: Jongin, coincidimos en varios gustos y nos hicimos amigos, fue la primera persona que me aceptaba con todo el paquete que era. Hicimos una estrecha amistad que hasta la fecha mantenemos.

El psicólogo le sugirió a mi papá que para niños con mi problema era buena alguna actividad, eso ayudaría a descargar toda mi energía y ayudaría a mi desarrollo. Jongin asistía a clases de baile, me sugirió que intentará ir con el a algunas clases para ver si me gustaba.

A la quinta clase decidí inscribirme a la academia, era barata y mi papá había conseguido un mejor empleo, generaba más recursos y podía darse el lujo de pagarme las clases.

Todo iba de maravilla, todo estaba llevando un buen curso y pronto pasaría a la preparatoria, pero un día que JongIn faltó a la escuela, todo se volvió un caos.

A pesar de que ya no era agredido como antes, todavía había algunos chicos y chicas que se creían poderosos molestando a las personas y yo era su persona favorita para molestar.

Ese día en particular no se abstuvieron, se aprovecharon que JongIn había faltado y que estaba solo para poder lograr su cometido. Estaba saliendo de la clase de Administración cuando una bolsa con agua fue tirada a mi cabeza. Fue el único maltrato físico que recibí, los demás fueron psicológicos. Las palabras pueden destruirte más que las acciones y eso lo aprendí ese día.

Hiperactividad de amor  [SuLay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora