Capítulo 27 América

4.2K 279 37
                                    

Ya sólo faltaba un día de travesía abordo del Mauritana. Todo el mundo estaba ya más tranquilo, aunque añoraban todo lo vivido en Londres. Todos estaban en el lujoso comedor del barco y charlaban amenamente mientras disfrutaban de la rica comida que ahí se servía.

-Terrence, si me permite la indiscreción, ¿qué piensan hacer cuando estén en New York?

Preguntó la tía-abuela de repente y todos los ojos se posaron en Terry.

-Voy a administrar el Hotel Paradise Nights and Casino. Pertenece a mi padre. Es un trabajo a tiempo completo, un poco agotador, pero es algo que se me da bastante bien y mi padre ha puesto toda su confianza en mí.

Respondió Terry con orgullo, mientras que la tía-abuela comenzó a admirarlo un poco más, aunque aún fuera un joven comenzando a vivir, Terry demostraba una madurez increíble y parecía tener bien claro lo que quería.

-¿Y piensan hospedarse en el hotel o ya tienen la casa donde van a vivir?

-Tía, por favor, ellos ya están casados, vivirán donde mejor les paresca.

Dijo Albert, pensando que la tía-abuela estaba muy preguntona.

-Déjala, Albert. Por lo pronto vivirán en mi casa, Terry quiere mandar a construir su propia casa, o al menos escogerla ellos mismos.

Respondió Eleanor, gustosa porque iba a tener a su hijo y su nieto cerca, al menos por un buen tiempo.

-Espero que al menos se acuerden de nosotros y nos visiten en Lakewood de vez en cuando.

Dijo Archie, que a pesar de todo, parecía más animado.

-Cuenta con eso, Cornwell.

Esto lo dijo Terry y tanto el elegante como Candy se sorprendieron, pues Terry sonaba sincero, sin importar que de vez en cuando salieran a relucir sus celos.

-Archie, no digas tonterías, sabes que yo jamás me olvidaría de ustedes.

Dijo Candy con su hermosa sonrisa.

-Pero queríamos que estuvieras advertida, primita.

Dijo Stear, haciendo su mejor esfuerzo para recuperar su humor habitual. En mitad de la comida, de pronto Candy comenzó a sentirse mal, el pastel de carne no le había sentado bien.

-Candy, princesa, ¿te sientes bien?

Preguntó Terry preocupado.

-Este pastel... sabe...

Su explicación fue interrumpida por un ataque de náuseas que preocupó y desconcertó a todos los presentes.

-Yo la acompañaré al baño, Terry, no te preocupes, yo me encargo.

Se apresuró a decir Eleanor antes de que los demás comenzaran a sacar conjeturas. Veinte minutos después, Candy estuvo devuelta en la mesa junto a Eleanor.

-¿Ya te sientes mejor, pequeña? ¿No prefieres irte a descansar?

Preguntó Albert preocupado y mirando a Candy con ojos inquisitivos.

-No te preocupes, estoy bien.

Contestó la pecosa sonriendo.

-Los viajes en barco suelen causar vértigos y más en tu estado...

Dijo Albert y los ojos de todos se abrieron como platos. Candy enrojeció completamente, Terry miró al rubio queriendo ahorcarlo, pero sólo porque eso preocupó a Candy, porque a él realmente no le importaba que se enterara el mundo entero.

Candy Candy: El rebelde y la dama de establoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora