Soy Leyenda

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Una de mis películas favoritas cuenta la historia del Teniente Coronel Robert Neville, un virólogo del ejercito de EE.UU, que enfrenta la peor epidemia conocida en el mundo. La ciudad de New York se ve afectada por un terrible virus, que inicialmente fue sarampión modificado genéticamente para ser utilizado como la cura del cáncer, pero dicho virus mutó, causando que una bacteria pusiera en estado de 'zombies' a gran parte de la población.

Robert es, según la película, probablemente el único hombre no infectado que se encuentra en la ciudad, y desde su casa realiza estudios acerca de la extraña enfermedad y trabaja en pro de encontrar una posible cura, al mismo tiempo que por las noches se refugia y se protege de las sombrías criaturas que solo a la luz de la luna salen de sus guaridas para arrasar lo que encuentran a su paso y a atacar la casa de Robert, quien se defiende con grandes reflectores de luz para ahuyentarlos.

El virus se contagia por contacto con la bacteria o por una mordida de los 'zombies', pero Robert es mordido por uno de ellos cuando entra a una de las guaridas buscando a su perra, y no se contagia con la enfermedad, y descubre que es inmune, lo que podría significar que en su propia sangre estuviese la cura para el virus.

Hace unos días realizaba una encuesta a mis contactos de Facebook donde les preguntaba cual era, a criterio de ellos, la peor enfermedad del mundo. Muchos coincidieron que es el VIH, otros Ébola, otros hablaron de depresión, mentiras, falta de perdón, otros dieron nombres extremadamente raros, de esos donde uno siempre (con cara de menso) le pregunta al doc: ¿y eso se come?

Un montón de años atrás el mundo se vio afectado por la peor enfermedad nunca antes vista, que transformó al hombre en un muerto caminante, en un 'zombie' y no fue una película. Los infectados buscaron esconderse porque la luz les hacía daño. Estoy hablando de una enfermedad capaz de matar el alma, capaz de dejar sin vida a quien aparentemente está vivo. El pecado entró a la humanidad cuando el hombre desobedeció a Dios. No hubo una alteración genética de un virus para curar el cáncer, pero sí hubo una alteración al diseño original de Dios. El hombre alteró su propósito y se pervirtió y en ese mismo momento murió (Génesis 3). A causa de ésta enfermedad (pecado), el hombre murió espiritualmente.

Pero no todo estaba perdido. Un hombre. No un virólogo, no un Teniente Coronel. Fue enviado desde el cielo a un mundo contaminado y nació de una mujer contaminada. Pero él no se infectó. En otras ocasiones fue, si se quiere, mordido por los 'zombies' cuando hablaban mal de él y le atacaban, pero él no se contagió. Él sabía que era inmune; él sabía cual era la cura.

El final de la película nos cuenta que Robert descubre que el antídoto hecho a partir de su sangre había comenzado a surtir efecto en un espécimen, pero el ataque del resto se hacía cada vez más fuerte, por lo cual él decide entregar un frasco con la cura a otras personas que se refugiaron y él se sacrifica, hace estallar una granada y muere junto a quienes lo atacaban, pero en la vida real no fue ese el final. El hombre del que hablaba hace un rato se llama Jesús. Su sangre fue la cura para la enfermedad, se entregó, derramó su sangre, su vida y su amor por todos nosotros que estábamos contaminados, pero ese no fue el final.  Aparentemente había vencido la enfermedad, dando muerte a quien tenía la cura y creyendo que así se anularía el efecto de la sangre derramada. Hubo silencio. Una tumba, una gran piedra. Pero eso no le detuvo. Jesús se levantó de la tumba, quitó la piedra y venció la mayor epidemia mundial de la historia, derrotó el pecado y nos dio la cura. Nos dio vida. Ya no somos 'zombies', en Jesús tenemos la cura. Él no es leyenda, Él es la vida.

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