Cross over "Bungou Stray Dogs & El fantasma de la carretera"

Bungou Stray Dogs & El fantasma de la carretera

El silencio sepulcral del bosque era irrumpido por el sonido de sirenas de patrullas y ambulancias, en medio de lo que comenzó como una noche tranquila, ahora el servicio de emergencias luchaba por sacar el automóvil volcado en el barranco. Al borde de lo que ya era conocida como la curva más peligrosa de la ciudad de Yokohama, alrededor de diez accidentes habían sido registrados en el último mes, el de esa noche tenía como víctimas a un hombre fallecido al momento del impacto, y la que parecía ser su hija, una niña de once años que milagrosamente había sobrevivido. Con la luna en su punto más alto, terminaba aquella trágica noche, sin que nadie lograra notar la presencia blanquecina que se ocultaba entre las sombras.

Despertó con el pitido clásico del electrocardiograma resonando en su cabeza, pesadamente abrió sus parpados mostrando el brillo azul de sus pupilas. Sus ojos recorrieron la estancia en la que se encontraba, distinguió un color blanco en las paredes sin adorno alguno, su mirada cayó en la ventana cubierta por cortinas de un amarillo tenue, que se mecían sutilmente con la ligera briza del viento. Levanto su brazo derecho y observo la intravenosa conectada a él, fue entonces cuando entendió en donde estaba. Se sentó abruptamente mirando asustada el cuarto de hospital, a su cabeza llegaron imágenes borrosas de la noche anterior; el recorrido tranquilo por la carretera, una chica vestida de blanco aparecer delante del auto, el repentino fallo del motor y la inevitable volcadura antes de que todo se volviera oscuro.

Las lágrimas recorrían su rostro mientras se abrazaba a si misma con temor, su rubio cabello rizado caía sobre sus hombros al tiempo que su respiración se volvía errática y su llanto desgarraba el silencio de la habitación. Rápidamente ingresaron dos enfermeras para tratar de calmar a la pequeña

— ¡Señorita Elise, cálmese por favor!—. La petición de las enfermeras fue ignorada con movimientos bruscos por parte de Elise.

De repente, la niña se detuvo, mirando a las enfermeras, posó su vista en la que parecía ser de mayor edad

— ¿Dónde está mi padre?— pregunto en un tono leve, apenas perceptible. — ¡¿Dónde está mi padre?!—. Elevando la voz al nivel de un grito, tomo a la mujer por el cuello de su blanco uniforme.

—Lo siento, señorita Elise... él... — Sin saber cómo decirle a la pequeña que su padre estaba muerto, opto por mirarla con consuelo. —Lo siento.

Volviendo al llanto desgarrador, Elise se aferró más a la enfermera, quien, compasiva y empática, la envolvió en un abrazo casi maternal, esperando que se tranquilizara.

Los días pasaron y las heridas de Elise ya estaban sanadas, sin embargo, la actitud de la niña preocupaba a los médicos; no hablaba con nadie por ningún motivo, cuando se le preguntaba algo solo meneaba la cabeza como respuesta. Varios psicólogos intentaron tratarla, pero todos sus esfuerzos fueron inútiles, la única esperanza que les quedaba era esperar a que el tiempo la hiciera volver a hablar, no obstante, Elise tenía otros planes. Al anochecer, después de la última visita que hacían las enfermeras a cada habitación, la pequeña rubia se deslizo entre la oscuridad del cuarto hasta la ventana, al ser el hospital perteneciente a un pequeño poblado solo contaba con una planta, por lo que no fue problema para ella salir sin ser vista, ocultándose entre la gran cantidad de arbustos que rodeaban el lugar. Comenzó a correr por las solitarias calles de la ciudad, Elise sabia en donde estaba, esa ciudad estaba cerca del lugar del accidente, y si su memoria no le fallaba había algo que podría darle pistas sobre aquella chica que vio en medio de la carretera, de la cual Elise sabía era la causante de la volcadura, continuo corriendo un par de calles más y la encontró; una antigua biblioteca famosa por su gran cantidad de libros sobre historias y relatos de terror y misterio, de las que se presumía muchas eran verdad.