Capítulo 1

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18 de febrero, 2030

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18 de febrero, 2030.

Estaba pensando que no debía sentirme nervioso. Pero, en realidad, sí lo estaba. Uno no ingresa a la Academia de Duelos todos los días.

Y también estaba pensando que no sabía lo que me esperaría ahí. Es el lugar al que todo duelista desea ir. De hecho, cuando fue inaugurada en el 2017, la multitud de duelistas fue tal que tuvieron que iniciar la construcción de otra, más grande y espectacular que la primera, pero entonces también tuvieron que iniciar otra.

Por lo tanto, ahora contamos con tres Academias, y cuando compites con más de un millón de chicos para poder entrar a una, tu destino queda designado dependiendo de a cuál asistas.

Mi destino ya estaba previsto, no importa a cuál quería ir, tenía... no... debía ir a la Academia de duelos: Obelisk. (Sí, sí, como Obelisco, el atormentador.)

¿Y por qué era mi deber ir? No es que no lo hubiera deseado desde que tengo memoria. No. Debía ir para buscar a una heredera rebelde.

Una estúpida heredera, muy ingeniosa, que había escapado de casa hace poco más de un año. Ingeniosa porque supo ocultar su rastro, hasta hace un mes. Quienes me contrataron para encontrarla, descubrieron una estela de ella, y me pidieron que lo confirmara.

Así que ahí estaba, preparando mis cosas para partir.

Eran exactamente las ocho de la mañana. Supuestamente, la mejor hora para navegar por el Pacífico hasta a la Academia...

Ajá. Olvidé ese detalle. Las Academias no están en tierra firme. Lo cual hace más interesante el desafío... aunque ahora no prueban el deseo de los duelistas para entrar. Ya es suficiente el competir con más de millón de chicos aspirantes.

Al menos eso pensé.

Cuando llegué al puerto, desde donde supuestamente debía partir, no encontré un barco, velero, crucero, o flotador que me indicara que era el transporte hasta allí.

Sólo motos acuáticas.

Un chico, que parecía un marinero por su piel curtida y bien tostada, me pidió el pase, que era mi identificación oficial como aspirante para ingresar a Obelisco. Y, sin más, me indicó que debía tomar una de las motos y partir.

No me dejé dominar por la incredulidad. Sólo hice lo que me pidió, y recé, por primera vez en mucho tiempo, recé para encontrar la Academia antes de que se acabara el combustible de la moto.

Porque no tenía ni la más remota idea de dónde estaba.

La ubicación era exclusiva para los ingresantes, y con exclusiva, me refiero a que debías encontrarla en medio de la nada oceánica.

Pensarán. ¿Por qué no usar un GPS? Bueno, eso solucionaría todo, pero le quitaría la diversión a la aventura.

¡Hacia el horizonte! Me gritó el chico de la piel curtida. Yo sólo sonreí, y dejé que el rugido de motor se perdiera entre el ruido de las olas.

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2016 ⏰

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